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Debemos orar por Israel - IV

  • Fecha de publicación: Sábado, 02 Diciembre 2023, 21:19 horas

El 28 de octubre del corriente año, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) comunicaron que estaban ampliando sus operaciones terrestres, enviando tanques e infantería respaldados por ataques masivos desde el aire y el mar contra la Franja, los habitantes de Gaza han perdido el acceso a servicios telefónicos e Internet y se encuentran completamente incomunicados, y las agencias de ayuda advierten sobre una catástrofe humanitaria en desarrollo.

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha declarado que la guerra contra Hamás en la Franja de Gaza se mantendrá activa hasta lograr los objetivos fijados por el país.

Estos incluyen la eliminación de Hamás como entidad terrorista en Gaza, el rescate de todos los rehenes israelíes y asegurar que Gaza no represente una amenaza para la seguridad israelí. «Estamos en guerra, y continuará hasta alcanzar nuestros objetivos», afirmó Netanyahu.

Antes de una reunión del gabinete, Netanyahu enfatizó la firmeza de estas acciones. En la agenda se encuentra un posible acuerdo, que proponía un cese al fuego de 4 a 5 días a cambio de la liberación de aproximadamente 50 rehenes, incluyendo niños, madres y mujeres, y la excarcelación de entre 150 y 300 prisioneros palestinos a cambio.

El proceso de liberación de rehenes israelíes por parte de Hamás en Gaza mantiene a la población en expectativa. Las negociaciones han continuado en distintos tonos hasta llegar a un acuerdo de cómo serían las liberaciones.

El 25 de noviembre fueron liberados los rehenes incluyendo madres con hijos y ancianos, después de 49 días de cautiverio. No se tiene fecha, pero este avance se da como parte de una tregua temporal de cuatro días entre Israel y Hamás, el alto el fuego podría extenderse hasta un total de 10 días incluyendo los cuatro primeros. Este cese al fuego llega tras siete semanas de hostilidades iniciadas el 7 de octubre.

¿Qué significa esto para nosotros?

Los cristianos tenemos una gran deuda con el pueblo judío.  Ya desde el primer siglo, Pablo comprendió esta verdad y dijo: “... Y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales” (Ro. 15:27b).

Los Hijos de Israel han vivido, durante la mayor parte de su existencia, como una minoría fácilmente identificable entre las naciones.  Desde tiempos pretéritos han experimentado intensa oposición, ya sea desde el sencillo antagonismo hasta el asesinato masivo.

Claro está, esa oposición puede ser explicada en términos humanos. Los judíos han representado frecuentemente todo lo que la sociedad odia o teme.  Si una sociedad es capitalista, dicen que los judíos son comunistas; si es pobre, aseguran que ellos son ricos; si está oprimida, que son los opresores.  Los judíos han sido el chivo expiatorio en casi todas partes y en todas las épocas.

Los cristianos verdaderos, vemos otra realidad, una que ha resistido el mal desde tiempos inmemoriales. Por tal razón, debemos interceder por Israel, por la paz de Jerusalén, y por el pueblo judío.  Si contamos con los medios, debemos ofrecerles apoyo material porque hemos recibido de ellos bendiciones espirituales, como la salvación por medio del Mesías.

Es nuestra obligación orar por el pueblo de Israel.  Somos olivos silvestres injertados al buen olivo, entre algunas de las ramas naturales. La Iglesia no es el olivo. El árbol que nos sostiene representa los pactos y las promesas redentoras de Dios. Su raíz es la esperanza mesiánica, y su savia es el Espíritu Santo de Dios, quien nutre tanto a las ramas naturales como a las silvestres.  Ambos estamos de pie gracias a la fe, y nosotros las ramas injertadas, no tenemos ninguna competencia con las naturales, el pueblo judío.

Actualmente, Israel continúa luchando por su existencia.  Están rodeados de enemigos, tanto dentro de sus fronteras como fuera. Reciben frecuentes ataques que matan y mutilan a los inocentes. Experimentan guerra tras guerra a medida que se esfuerzan por sobrevivir.  Los israelitas ansían la paz, pero la paz permanece ilusoria.  Pídale al Señor que proteja a todos los hijos de Israel:

“Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel” (Sal. 121:1-4).

“Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios.  Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados” (Is. 40:1, 2).

“Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia” (Is. 49:13).

“No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré.  Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra” (Is. 43:5, 6).

Los cristianos debemos tener bien presentes las palabras del Salmista: “Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman.  Sea la paz dentro de tus muros, y el descanso dentro de tus palacios” (Salmo 122:6, 7).

Recuerde que Dios tiene el control de lo que suceda con Israel: “Así ha dicho Jehová el Señor: Cuando recoja a la casa de Israel de los pueblos entre los cuales está esparcida, entonces me santificaré en ellos ante los ojos de las naciones, y habitarán en su tierra, la cual di a mi siervo Jacob. Y habitarán en ella seguros, y edificarán casas, y plantarán viñas, y vivirán confiadamente, cuando yo haga juicios en todos los que los despojan en sus alrededores; y sabrán que yo soy Jehová su Dios” (Ez. 28:25, 26).

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