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Los hombres de Dios

  • Fecha de publicación: Viernes, 01 Febrero 2008, 17:11 horas

Con una diferencia de pocos meses, dos grandes pilares del grupo de hombres bíblicos fundamentales se nos fueron. Ellos son: Adrián Rogers y José Luis Arcaraz. Para quienes escuchan Radio América, les recordamos que los programas El Amor que Vale los producía el pastor Rogers y los mensajes del pastor Arcaraz son ya muy familiares para nosotros, por lo claros, prácticos y amenos que resultan. Ambos partieron a la presencia del Señor.

He aquí una breve biografía de nuestro hermano Arcaraz:

«México enfrentó el amanecer del siglo XXI buscando soluciones, respuestas y cambios. La crisis se menciona en todos los terrenos: económico, político, social, legal y moral.

Hemos errado el blanco. La familia mexicana sufre sus peores momentos: desintegración, desorientación, ausencia de valores eternos, comunicación ausente o deficiente, depresión, consumismo, deudas, infidelidad, divorcio, niños maltratados y abandonados en vicios, tales como drogas, alcoholismo, prostitución, etc.

¿Qué hemos olvidado?

Nosotros tenemos la firme convicción de que hay soluciones alcanzables, respuestas satisfactorias y cambios radicales a través de un encuentro personal con el Camino, la Verdad y la Vida.

No somos una religión ni una secta

Somos familias organizadas con la finalidad de promover un encuentro personal con Jesucristo y los principios fundamentales para la familia, revelados en el libro más importante de la humanidad: la Biblia, la Palabra de Dios, que nos habla de la santidad de Dios y su amor por el hombre, manifestados en la cruz del calvario para nuestra salvación y transformación, por su gracia, en Cristianos Más Que Vencedores (Ro. 8:37).

José Luis Arcaraz nació el 15 de mayo de 1955, en una familia tradicional mexicana. Su padre es médico cirujano y su madre fue secretaria, hasta el día que José Luis nació.

José Luis fue el primogénito de tres varones y tres mujeres, educados con principios morales y religiosos. Terminó la carrera de Licenciado en Derecho en la U.N.A.M. el 11 de septiembre de 1981.

Con la muerte de su hermana Cecilia en 1977, la menor de sus hermanas, en un accidente automovilístico con sus padres y dos hermanos que sobrevivieron, conocieron el evangelio, pero no hubo en él una entrega personal, sólo intelectual.

José Luis se casó en 1982 con Natalia y juntos, en diciembre de 1983 entregaron sus vidas a Jesucristo, al entender que el cristianismo es un intercambio de vidas en el Calvario.

Desde entonces se dedicó a estudiar y compartir las Escrituras, y en 1986 fue llamado por el Señor a pastorear sus ovejas.

El 26 de septiembre de 1991 quedó con traqueotomía y paralizado de las clavículas hacia abajo, debido a las lesiones sufridas en un accidente automovilístico con su esposa y sus tres hijos. Ellos, gracias a Dios resultaron ilesos.

Durante tres meses de hospital y siete de recuperación emocional, estuvo apoyado por sus padres y por la congregación que pastoreaba. Volvió a predicar en julio de 1992 y en noviembre le retiraron la traqueotomía, gracias a Dios.

Sus limitaciones físicas fueron suplidas por el amor de Dios derramado abundantemente en los que le rodeaban de atenciones y cuidados. Él pasaba 20 horas diarias en cama y sólo cuatro en silla de ruedas, nunca más de dos horas seguidas para evitar lesiones en las piernas por exceso de tiempo sin circulación sanguínea.

Natalia su esposa, manipulaba con una grúa el traslado de José Luis, de cama a silla y de silla a cama. En cama le giraba de izquierda a derecha y viceversa, cada tres horas, día y noche durante 365 días por trece años.

Su papá lo visitaba todos los días para supervisar médicamente su estado. No hubo un solo día que no estuviera ahí para revisar a su hijo.

José Luis trabajó en cama con un equipo de cómputo que facilitaba mucho su labor para planear las actividades de la iglesia por lo menos con un año de anticipación, actividades como: predicaciones, estudios, seminarios, materiales, libros, versículos y textos para memorizar, etc.

Sus hijos Misael, Daniel y Elani disfrutaron y aprovecharon en todo momento el tiempo que tuvieron con su padre siendo instruidos y educados en el camino del Señor.

Dios utilizó grandemente a nuestro pastor capacitándole y derramando en él sabiduría para cuidar, alimentar y dirigir la iglesia que el Señor puso a su cuidado.

La silla de ruedas nunca logró que decayera su ánimo, pues toda su confianza y fortaleza estaba en Aquel que le llamó al ministerio.

Él decía: ‘La lucha sostenida entre mis planes y el plan perfecto de Dios, entre lo que podría haber sido y lo que es, entre nuestra incapacidad de ver el cuadro completo y confiar, entre mi debilidad y su poder, me ha llevado a servirle con gozo y esperanza. Él ganó. No es fácil, pero es lo mejor.

Y así, esperándole, me sigo preparando y capacitando para servirle mejor en la enseñanza a sus ovejas, el discipulado y la predicación de su Palabra hasta que Él quiera. Amén’.

Él dedicó gran parte de su tiempo a la preparación de obreros, dando consejería, estudios bíblicos, promoviendo actividades para evangelismo en desayunos, conferencias, discipulando a familias; todo con el objeto ‘de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre’ y alcanzar a cada vez más personas para Cristo.

El propósito de la vida de José Luis según sus propias palabras fue: ‘Disfrutar de mi relación con Dios y que mi vida le glorifique, buscando primeramente su reino y su justicia en todos mis actos, peleando diariamente en pos de la santidad a pesar del sufrimiento y de las adversidades, sirviendo a los demás en el logro de su desarrollo integral, que mi esposa se sienta amada, mis hijos sean guiados y ganados para Dios, honrar a mi familia, edificar a la iglesia y testificar al mundo del amor de Dios en Jesucristo’.

Queremos dar gracias a Dios por el privilegio que dio a la Iglesia Más Que Vencedores de haber conocido y tenido un pastor como José Luis, quien fue un testimonio fiel y verdadero de entrega, amor, servicio y fidelidad a Dios. Su vida es un claro ejemplo de cómo Dios puede obrar grandemente en todos aquellos que rinden su vida a él.

‘Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cual haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe’ (He. 13:7). Que Dios envíe más obreros a su mies como nuestro hermano y pastor José Luis Arcaraz Saavedra».

Modificado por última vez enViernes, 28 Junio 2013 01:23
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