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Un paquete de mentiras

  • Fecha de publicación: Martes, 25 Marzo 2008, 15:31 horas

Hace unos días un hermano me entregó una hoja con una serie de textos para “probar” que... «Lo que dices, recibes, de un tal Don Gossett».  Encontré interesante esas conclusiones para analizarlas a la luz de las Escrituras.

La semana pasada estuve en una librería cristiana y al retirarme luego de mi visita me regalaron un marcador con un texto de un lado y el calendario de este nuevo año al dorso.

Al mirarlo tuve que detenerme para leerlo con atención.  Me impactó lo que decía y es lo que quiero compartir contigo en este día.

«Un año nuevo ha comenzado y con él podemos empezar con lo que habíamos dejado de lado y también continuar con las metas que nos habíamos propuesto.

Te animo a que imprimas lo que sigue y lo coloques en un lugar donde lo puedas leer todos los días».
El siguiente texto, que estaba impreso en el marcador que me regalaron, ha sido extraído del libro Lo que dices, recibes, de Don Gossett (editorial Vida) el cual recomiendo:

LO NUNCA MÁS

1. «Nunca más confesaré ‘no puedo’»: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).  ¿Quería decir Pablo que él era Omnipotente?  ¿Está mal admitir uno sus limitaciones?  Esta aparente verdad no es otra cosa que “yo soy Dios”. ¿Es sincero el cristiano que grita a los cuatro vientos que lo puede todo?  Admitir uno sus limitaciones, es admitir uno su dependencia del Único que TODO LO PUEDE.  Cuando Pablo escribió a los Filipenses, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” admitió sus limitaciones propias y destacó uno de los atributos de Cristo.

Pablo sí sufrió muchas derrotas, muchas amarguras, muchas tribulaciones y luchas, pero no siempre fue victorioso.  ¿Por qué Pablo, muchas veces, con mucho dolor, tenía que admitir que realmente NO PODÍA?  La respuesta la tiene en Romanos 7:21: “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí”.

Cuando sacamos un texto fuera de su contexto, nos quedamos con el pretexto.  Esto yo lo llamo «el contraevangelio del pretexto».

2. «Nunca más confesaré pobreza»: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil. 4:19).
¿Sabía usted que muchos “mensajeros de Satanás” predican hoy que si usted es un cristiano pobre, entonces, o no es cristiano del todo, o si lo es, se trata de un enano espiritual?  Según estos “mensajeros”, Filipenses 4:19 garantiza riqueza material a todo verdadero cristiano.  ¿Cuánta riqueza tenía nuestro Señor?: “Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Lc. 9:58).  Si hacemos un repaso por descubrir los bienes del mismo Creador del Universo, nuestro Señor, pronto descubrimos que cuando quería ilustrar la cuestión tributos, tuvo que pedir prestada una moneda de un denario, que era el salario de un día de un obrero: “Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no?... Mostradme la moneda del tributo.  Y ellos le presentaron un denario” (Mt. 22:17, 19).  Cuando llegó la hora de Su muerte clavado de una cruz, la misma no era suya, pues correspondía a Barrabás.  ¡El Señor la recibió prestada!  Una vez muerto, su cuerpo fue puesto en una tumba prestada también: “Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió.  Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús.  También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.  Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos” (Jn. 19:38-40).

¿Quiere ser rico?  Es mejor que descubra lo que es la vida y muchas veces el destino del rico: “¡Vamos ahora, ricos!  Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.  Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla” (Stg. 5:1, 2).  “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro... Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?  O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios” (Pr. 22:1; 30:8, 9).  “Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les queda en la mano” (Ec. 5:13, 14).

Para informarnos mejor sobre esto, demos un vistazo a los destacados por el Señor en Hebreos 11:36-40: “Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.  Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.  Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros”. En lugar de gran riqueza, lo que los verdaderos ricos, mientras marchan al hogar eterno, tienen tormentos, vituperios, prisiones, cárceles, muertos a filo de espada, anduvieron cubiertos de pieles de ovejas y de cabras. Pobres, angustiados y maltratados.

Satanás sí, ofrece comodidades, abundancia material, salud, diversiones y hasta cierta seguridad física, siempre y cuando el incauto acepte su paquete, diciéndole: “Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mt. 4:9).

3. «Nunca más confesaré temor»: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Ti. 1:7).
¿Todo temor es dañino?:

No hay nada de malo en temer a Dios y amarlo al mismo tiempo.  Siguiendo la interpretación de este panfleto, Dios no podría taparle la boca a Satanás al referirse al gran gigante espiritual Job: “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8).  Lo único que destaca en ese hombre, no son sus bienes materiales, su familia, etc.  Dijo que era “varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”.  Es justamente el temor de Dios que nos aparta de todo mal.  Uno de esos males que Job evitó, es la ausencia del temor de Dios.  Cuando esto ocurre, la persona no siente remordimiento alguno, incluso cuando ridiculiza y tergiversa las Escrituras, entresacando algún texto fuera de su contexto para sus antojos carnales, egoístas y sensuales.

4. «Nunca más confesaré duda y falta de fe».
Es difícil saber a qué se refiere al citar Romanos 12:3: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.

Pablo responde aquí a cuantos enseñan hoy que supuestamente tenemos muy baja estima de nosotros mismos.  Él nos dice que es lo contrario.  Quien pretende que “no dudar” está manifestando su condición de humildad, es todo lo contrario, ya que las dudas son un recurso muy útil y necesario.  Tanto es así que Pablo dice que “...el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Ro. 14:23).

La ausencia de las dudas se debe a que el cristiano cree en la innerrancia de las Escrituras y lo cree, actúa, acepta o rechaza en base a lo que afirma la Biblia. Las dudas son bienvenidas si han de servir para evitar que hagamos algo incorrecto.  En Romanos 12:3 el apóstol urge a que no tengamos más alto concepto de nosotros mismos.  El día que suponemos no tener dudas en toda circunstancia, estamos en muy serio peligro.  No debemos dudar de las Escrituras.  Vivir uno pensando que no tiene suficiente fe no es ningún pecado.  Todas las veces que la Biblia es específica en cualquier tema, no debemos dudar.  Por ejemplo se nos dice que tenemos vida eterna, pero... ¿Nos sentimos siempre seguros de esta afirmación?  No, pero seguimos creyendo, seguimos teniendo fe.  Esto no ocurre si yo pretendo que... «tengo fe que me sanaré de mi enfermedad». Como usted no tiene una promesa divina para ese su problema, no importa cuanto se asegure, repitiéndose que... «me sanaré, me sanaré, me sanaré». Su condición continuará igual o empeorando.

5. «Nunca más confesaré debilidad», porque «Jehová es la fortaleza de mi vida».
¡Que arrogancia!  Pablo les escribió a los romanos, hablándoles de esa... “vuestra humana debilidad”: “Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia” (Ro. 6:19).  Luego dice que “...el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad...” (Ro. 8:26).

Pablo escribe a los corintios que había estado entre ellos “con dezbilidad”: “Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor” (1 Co. 2:3).  Y en 1 Corintios15:43 dice que “...se siembra en debilidad...”. En 2 Corintios 11:30, dice: “...Me gloriaré en lo que es de mi debilidad”. También dice: “...Porque mi poder (el de Dios) se perfecciona en la debilidad”. Así que “...me gloriaré más bien en mis debilidades... por amor a Cristo me gozo en las debilidades...” (2 Co. 12:9, 10).

Como broche de todo esto, note Hebreos 4:15: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.

La debilidad del cristiano no la podemos esconder ni negarla.  Reconocerla es todo cuanto nos queda.

6. «Nunca más confesaré que Satanás gobierna mi vida»: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Jn. 4:4).

Ciertamente esta herejía proviene de cuantos gritan a voz en cuello que el cristiano ya no peca más.  Si la verdad es que peca, ¿quién lo gobierna cuando es arrastrado por algún pecado?  La Biblia está cargada de recursos para el cristiano que llega a pecar: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.  Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.  Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Jn. 1:8-10).

Ciertamente es como dice Juan, “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”.  No está hablando del cristiano, sino del Señor que está, mediante el Espíritu Santo, habitando en cada cristiano.  ¿Significa esto que ya no pecamos más?  ¿Cómo se explica 1 Jn. 2:1, 2?: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.  Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”.

7. «Nunca más confesaré derrota». “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” (2 Co. 2:14).

¿Sabía usted que el único que nunca sufrió derrota fue nuestro Señor?  Es necesario jamás pecar, porque el pecado es derrota.  Pablo admitió su problema de derrota en Romanos 7:19-21, 24: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.  Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.  Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí... ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”.

8. «Nunca más confesaré falta de entendimiento». “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Co. 1:30).

Compare esto con Romanos 1:22 y 12:16: “Profesando ser sabios, se hicieron necios... Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes.  No seáis sabios en vuestra propia opinión”. En Romanos 16:27 se nos dice que el único sabio es Dios mismo: “Al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre.  Amén”. Luego se repite en 1 Timoteo 1:17: “Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos.  Amén”.

Un cristiano puede creerse muy sabio, el mejor entre los mejores, y sin embargo ser un ingrato, soberbio y arrogante.  ¿No sería mejor seguir la amonestación que encontramos en 1 Pedro 5:6?: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo”.

9. «Nunca más confesaré enfermedad». “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Is. 53:5).“Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias”(Mt. 8:17).

Es muy claro, por el mismo contexto, que Isaías, aunque habla del Mesías, no se refiere a las enfermedades del cuerpo, sino a las del alma.  Dice que fue “por nuestras rebeliones”... por “nuestros pecados”.  “Todos nosotros nos descarriamos... mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (v. 6).

No dice que Dios el Padre cargó sobre Él las migrañas, artritis, cáncer, alta presión, ceguera, parálisis, sida, etc.  Ciertamente nuestros problemas (enfermedades) físicos, desaparecerán cuando Él venga a reinar, pero por ahora ¡por favor no se burle de Isaías 53:5, 6!  Si el Señor vino para morir por nuestras enfermedades, entonces sí que fue un fracaso total.  Usted no tiene más que acercarse a un hospital y descubrir que necesita cirugía e internación, pero no hay médicos disponibles para operarle ni cama alguna para internarlo.  Si usted está sufriendo alguna enfermedad, no vacile en confesarla, así otros le ayudarán orando por su salud y pedirán para que el Señor le fortalezca.

En cuanto a Mateo 8:17, sí en la casa de la suegra de Pedro se cumplió la profecía de Isaías 53:5.  ¿Desde cuándo una profecía cumplida debe volverse a cumplir?  Sin duda lo ocurrido allí era una muestra de lo que Él hará cuando regrese acompañado de Sus ángeles y todos los santos (salvos).

10. «Nunca más confesaré pesares y frustraciones». “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”(1 P. 5:7).
Es bueno que se detenga por unos instantes en 1 Samuel 1:14-16: “Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria?  Digiere tu vino.  Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.  No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora”.
Muy amarga era la situación de esta piadosa mujer.  Ella misma le dijo al fracasado Elí: “Porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora”.  Ella sí que estaba frustrada, ya que era estéril y deseaba ser madre de un hijo que fuera un siervo de Dios: un profeta, un rey, un hombre para Su gloria.  ¡Necesitamos más de esos que lloran sus frustraciones y sus pesares!  Si no los tiene, algo debe andar muy mal en su vida y en su caso reina la carne, no el Espíritu.  Puede contar con Elí para burlarse de cuantos cristianos hoy dicen: “He derramado mi alma delante de Jehová” es por... “la multitud de mis congojas y mi aflicción”.

11.       «Nunca más confesaré esclavitud: ‘Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad’ (2 Co. 3:17)».
¿Consideró alguna vez 1 Corintios 7:22, 23?  Lo ideal es librarse de la esclavitud del pecado y convertirse en esclavo de Cristo: “Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo.  Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres”.

Los esclavos se compraban, y éste, una vez comprado, servía a su amo, porque no le quedaba otra.  Nuestro Señor nos compró, no para que seamos príncipes y princesas, sino esclavos y esclavas: “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Co. 6:20).

No cabe duda que las pretensiones del que escribió cada uno de estos... “Nunca más”, se trata de quien debe estar dentro de la corriente psicoreligiosa que dice: «Tú puedes».  Tanto puedes que no necesitas de nada ni de nadie, ni aún a Dios.  Te propones con el... “Nunca más” y comenzarás a vivir algo que, entonces sí, “nunca más lo desearás”

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