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La sodomía y la Biblia

  • Fecha de publicación: Miércoles, 04 Junio 2014, 02:31 horas

“Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma.  Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo, y dijo:

Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino.  Y ellos respondieron: No, que en la calle nos quedaremos esta noche.  Mas él porfió con ellos mucho, y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron.  Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo.  Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche?  Sácalos, para que los conozcamos.  Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí, y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad.  He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado.  Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez?  Ahora te haremos más mal que a ellos.  Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta.  Entonces los varones alargaron la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta.  Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta.  Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más?  Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo.  Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad.  Mas pareció a sus yernos como que se burlaba” (Gn. 19:1-14).

La confusión de nuestros días ha llegado a extremos increíbles.  Muchos cristianos que otrora reconocían que el homosexualismo era inmoral, repugnante y pecaminoso, ahora parecen dudar, creyendo que tal vez debe tolerarse esta situación como una tercera alternativa sexual.  Sin embargo últimamente nuestra sociedad sufrió un verdadero sacudón, debido especialmente al mortífero SIDA, una enfermedad que llegó a llamarse la de los homosexuales.  Nadie a podido sobrevivir a esta enfermedad contagiosa, además porque su misión es despojar a sus víctimas de toda inmunidad, dejándolas vulnerables a cualquier enemigo.

Las familias se han alarmado y buscan desesperadamente una solución.  Lo que la mayoría sabe es lo que se divulga en los medios de comunicación masivo.  Nosotros no tenemos la intención de alarmar a nadie, pero nos corresponde mirar este problema tan serio desde otro ángulo, es decir, desde el punto de vista de Dios.

Dios condena el homosexualismo, es cierto que actualmente existen iglesias y pastores de homosexuales.  Es cierto también que en muchos casos, se casan hombres con hombres invocando el nombre de Dios y recibiendo “bendiciones” de sus ministros, pero el cuadro sigue siendo el mismo, y nosotros no debemos dejarnos arrastrar por ninguna modalidad ni influencias interesadas mientras examinamos este espinoso tema.

Debemos, tal como lo hacemos con otros temas, considerar este repugnante pecado a la luz de la Biblia.  Sobre el homosexualismo Dios dice:

•   “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre” (Lv. 20:13).
   “No te echarás con varón como con mujer; es abominación” (Lv. 18:22).
   “No haya ramera de entre las hijas de Israel, ni haya sodomita de entre los hijos de Israel” (Dt. 23:17).
•   “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?  No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones” (1 Co. 6:9).
•   “Mas los hipócritas de corazón atesoran para sí la ira, y no clamarán cuando él los atare.  Fallecerá el alma de ellos en su juventud, y su vida entre los sodomitas” (Job 36:13, 14).
•   “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.  Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Ro. 1:26-28).

Como puede verse, la Biblia habla mucho sobre el homosexualismo.  Veamos lo que estos pasajes nos dicen.  Lo primero que notamos es que el homosexualismo es de origen muy antiguo, no se trata de una modalidad moderna, sino de una de las consecuencias del pecado del hombre.  Lo mismo que el engaño, la mentira, la prostitución, la estafa, el homicidio, la idolatría y cosas parecidas.

Dios dice que cualquier hombre que intervenga en un acto sexual - hombre con hombre, comete abominación y se acarrea el castigo divino.  El apóstol Pablo declara: “recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío”.

La Biblia dice que al igual que los estafadores, mentirosos, adúlteros, homicidas, etc., los homosexuales y las lesbianas no heredarán el reino de Dios, además declara cuál es el paradero de éstos.

La Biblia llama al homosexualismo “pasiones vergonzosas”y agrega que son antinaturales.  Es fácil comprender que se trata de un atentado contra el cuerpo de uno.  Muchas veces, los muchachos jovencitos inocentes debido a su corta edad caen víctimas de hombres, quienes sexual, emocional y espiritualmente son deformes.

Siguiendo con los pasajes bíblicos leemos: “Además derribó las casas de los sodomitas que estaban en la casa de Jehová, en las cuales tejían las mujeres pabellones para el bosque” (2 R. 23:7 – Versión Antigua).  Es interesante notar que en los días de la reforma del rey Josías, el homosexualismo había penetrado hasta el mismo templo de Dios.  No se trata de «salir del clóset», como se intenta explicar hoy en cuanto a los sodomitas.  Pero es clara la señal de que se necesita un “Josías” con una reforma de fondo.

Es probable que si la situación de degeneración se sigue tolerando, pronto Dios derramará su ira mucho más allá del SIDA.  “Y Judá hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y le enojaron más que todo lo que sus padres habían hecho en sus pecados que cometieron… Hubo también sodomitas en la tierra, e hicieron conforme a todas las abominaciones de las naciones que Jehová había echado delante de los hijos de Israel” (1 R. 14:22, 24).

Debe notarse también, que prácticamente en cada caso cuando se reporta la existencia y tolerancia de la sodomía, ésta va acompañada de la idolatría.  Leyendo la Biblia con un poco de cuidado, se nota que Dios denuncia los pecados de su pueblo, tales como la estafa, la explotación de los pobres, la injusticia social, la falta de imparcialidad por parte de los jueces, la idolatría y otros pecados parecidos.  En todos los casos, la maldad de los hombres termina con la sodomía arrastrándola hasta la casa de Dios, en nuestros días al seno mismo de la iglesia.

De modo que los así llamados “cristianos” especialmente los jerarcas, en lugar de proclamar el Evangelio de Cristo, se reúnen en cónclaves para discutir el lugar que los sodomitas merecen en su medio.  La única esperanza para detener la abominación de la sodomía sin duda en una iglesia vigorosa y sana, pero éstas se componen de una minoría poco significativa.  Mientras que quienes pretenden representar a la iglesia de Cristo, hacen declaraciones tratando de evitar la menor condena de este horrible pecado.

Los cristianos que aun ostentan la pureza de la fe están confundidos ante semejante atrevimiento.  A pesar de tanto alejamiento de Dios en los días de los reyes del Antiguo Testamento, hubo unos cuantos de ellos que pusieron manos a la obra y limpiaron al país de semejante degeneración.  Leemos de uno de ellos así: “Asa hizo lo recto ante los ojos de Jehová, como David su padre.  Porque quitó del país a los sodomitas, y quitó todos los ídolos que sus padres habían hecho” (1 R. 15:11, 12).  No sabemos qué hizo él con los sodomitas, pero nos basta la expresión “quitó del país a los sodomitas”.  Así mismo hay otra expresión bíblica sobre el sodomismo que dice: “Barrió también de la tierra el resto de los sodomitas que había quedado en el tiempo de su padre Asa” (1 R. 22:46).

Esta tarea le tocó hacer al hijo del rey Asa llamado Josafat.  De nuevo, dígase lo que se diga, parece que la expresión «barrió a los sodomitas» significa una actitud radical, terminante para limpiar la tierra del sodomismo.

Aquellos reyes no necesitaban los votos de las comunidades homosexuales, sabían ellos que Dios les pediría cuenta si no procedían correctamente; tal como sucede hoy era entonces.  Siempre existen intereses creados que impiden detener situaciones de degeneración de tanta magnitud.

La Biblia habla mucho del sodomismo, pero no lo adula, como tampoco adula el adulterio, la estafa, la mentira, el homicidio, la injusticia, las calumnias, etc.  Hemos llegado a una situación tan peligrosa y vergonzosa que la mayoría de los predicadores y pastores temen decir algo contra este pecado.  Atacan los otros pecados, pero la repugnancia del sodomismo es algo que tratan de esquivar por todos los medios.  De esta manera existe una peligrosa complicidad contra las verdades bíblicas.  Se entiende que la mayoría de los miembros de nuestras iglesias ignoran lo que la Biblia dice sobre el sodomismo, esperan que sus pastores y líderes les digan toda la verdad, pero éstos temen abrir la boca en cuanto a este tema.

En algunos casos, la fuerza del sodomismo es tan fuerte que amenaza con ser mayoría.  En el caso de San Francisco, Nueva York y otras ciudades del mundo, cada día estos van en aumento.  En mi trabajo como pastor, constantemente recibo cartas y llamadas de parte de damas- esposas con hijos que se quejan que su esposo se enamoró de otro hombre.

Pregunto, ¿son pacíficos los homosexuales?  En algunas ciudades modernas de este siglo ya no es un peligro que las señoritas salgan por la ciudad a altas horas de la noche.  No hay mucho peligro de que sean objeto de violación, el mayor problema es dejar que nuestros jóvenes varones salgan solos ya que éstos deben ser acompañados por las muchachas para que los protejan, esto puede parecer risueño, pero es la triste realidad de nuestros días.
Volviendo nuevamente al capítulo 19 de Génesis donde se habla de Sodoma y Gomorra, veamos lo que sucedió allí.  En los versículos 1 al 3 notamos cómo llegaron a Sodoma dos ángeles, estos eran personajes desconocidos y sin duda alguna sanos y fuertes.  Lot parece ser el único varón en esta ciudad que temía a Dios y los instó a que se hospedaran con él esa noche.  Después de mucha insistencia los ángeles aceptaron la invitación de Lot y entraron a su casa para pasar la noche allí.

Luego los versículos 4 al 9, dicen: “Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo.  Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche?  Sácalos, para que los conozcamos.  Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí, y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad.  He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado.  Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez?  Ahora te haremos más mal que a ellos.  Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta”.
Algunos piensan que el sodomismo es pacífico, inofensivo, pero resulta que la degeneración llega a tal extremo y presiona de tal manera a sus víctimas, que éstas a semejanza de un adicto a las drogas, reclaman desesperadamente el ejercicio de su inclinación sexual.
La Biblia nada dice de las mujeres de Sodoma, sino que los hombres, tanto jóvenes como mayores, todos estuvieron esa noche en el patio de Lot, reclamando a gritos que el justo Lot dejara a estos dos varones visitantes salir afuera para que ellos, según dice los «conocieran».  El verbo «conocer», es en este caso, «cohabitar».

Ellos directamente reclamaban a voz en cuello “sus derechos”, negándole a Lot el derecho de pretender, según ellos, ser el juez de lo que era o no correcto hacer.  A medida que pasaban los minutos, los puños levantados y los gritos de esta masa de varones degenerados iban en aumento.  La situación era en extremo peligrosa, Lot conocía muy bien la clase de gente que vivía en Sodoma y Gomorra, sabía de lo violento que eran en su degeneración.  Probablemente no había calculado la reacción que tendrían estos sodomitas ante tan distinguidos visitantes.  Quizás pensaba que habría algo de vergüenza, consideración y respeto a los huéspedes.  Como el peligro era inminente Lot les ofreció lo más querido y precioso que poseía: sus dos hijas puras, vírgenes.

Aclaremos que en una ciudad como Sodoma, no era muy difícil que una señorita conservara su virginidad, su pureza.  Cuando Lot les dijo que estaría dispuesto a que disfrutaran de esas dos hijas suyas sanas y vírgenes, para ellos fue como darles una bofetada, sentían repugnancia ante la posibilidad de mantener relaciones sexuales normales, es decir con el sexo opuesto.

Lot, con hacerles esta propuesta los había “insultado” según ellos, era tal su degeneración y desviación que el mismo Lot quedó sorprendido.  Cuando Lot siguió negándose a permitir que se juntaran con sus distinguidos huéspedes, ellos le amenazaron con destruirlo.  El problema está en que no se trata de gente pacífica, calmada.  Llega el momento cuando sus pasiones desenfrenadas los dominan al punto de convertirlos en verdaderas fieras cuando se les niega la satisfacción de sus apetitos inmorales.

Literalmente, el escritor sagrado dice que le “hacían gran violencia al varón, a Lot”.  Quienes se exponen a dicha violencia son los que se niegan a descender a la bajeza del sodomismo.  Podemos también estar seguros de esto en nuestros propios días.  Es sólo cuestión de tiempo, muy pronto nuestra generación presenciará situaciones muy parecidas a la que vivió Lot en Sodoma.

Otro ejemplo de la violencia de los homosexuales lo encontramos en Jueces 19, donde se relata un extraño caso de un levita y cómo halló la muerte su concubina, la cual tuvo que pasar la noche junto con el levita y un criado de éste en un lugar llamado Gabaa.
Después de decidir permanecer en la plaza de la ciudad y allí pernoctar, la Biblia dice que un anciano que regresaba del campo, al ver a los extraños sin tener dónde hospedarse, insistió en que fueran a su casa y los llevó consigo.  “Y los trajo a su casa, y dio de comer a sus asnos; y se lavaron los pies, y comieron y bebieron.  Pero cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa, golpeando a la puerta; y hablaron al anciano, dueño de la casa, diciendo: Saca al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos.  Y salió a ellos el dueño de la casa y les dijo: No, hermanos míos, os ruego que no cometáis este mal; ya que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad.  He aquí mi hija virgen, y la concubina de él; yo os las sacaré ahora; humilladlas y haced con ellas como os parezca, y no hagáis a este hombre cosa tan infame.  Mas aquellos hombres no le quisieron oír; por lo que tomando aquel hombre a su concubina, la sacó; y entraron a ella, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando apuntaba el alba.  Y cuando ya amanecía, vino la mujer, y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fue de día.  Y se levantó por la mañana su señor, y abrió las puertas de la casa, y salió para seguir su camino; y he aquí la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.  Él le dijo: Levántate, y vámonos; pero ella no respondió…” (Jue. 19:21-28).  Según el pasaje más adelante había muerto.

Aunque no se usa la palabra «sodomía» ni homosexualismo, el comportamiento de estos es el duplicado de los habitantes de Sodoma y Gomorra.  Si quiere seguir leyendo este relato de la Biblia, dice que esa mujer murió debido al abuso de esos degenerados durante toda la noche.  Volcaron su furia y desenfreno en ella, porque estaban furiosos por no poder abusar del levita que no era de esa ciudad, sino un forastero.

De hecho el sexo es en muchas personas un impulso muy fuerte, muchos no lo pueden reprimir, tanto más cuando éste es pervertido y antinatural.  Como dice la Biblia, cuando las pasiones se degeneran, llegan al extremo de buscar satisfacción dentro de su propio sexo.  Mucho de lo que sucedió en Gabaa se parece al cuadro de Lot en Sodoma.

Casi en todos los idiomas, los homosexuales gozan de nombres un tanto pintorescos, pero la idea de que se trata de gente tranquila, inofensiva y hasta escurridiza por ser afeminada y menos peligrosas que los heterosexuales, es falsa.  Esto puede ser cierto mientras ellos no tienen suficiente fuerza, y son minoría poco visible.

A menos que se tomen medidas serias y rápidas, habrá mucha violencia en las ciudades de todo el mundo, debido precisamente al homosexualismo.

     “Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad.  Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad.  Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.  Pero Lot les dijo: No, yo os ruego, señores míos.  He aquí ahora ha hallado vuestro siervo gracia en vuestros ojos, y habéis engrandecido vuestra misericordia que habéis hecho conmigo dándome la vida; mas yo no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal, y muera.  He aquí ahora esta ciudad está cerca para huir allá, la cual es pequeña; dejadme escapar ahora allá (¿no es ella pequeña?), y salvaré mi vida.  Y le respondió: He aquí he recibido también tu súplica sobre esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado.  Date prisa, escápate allá; porque nada podré hacer hasta que hayas llegado allí.  Por eso fue llamado el nombre de la ciudad, Zoar.  El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar.  Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra.  Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal.  Y subió Abraham por la mañana al lugar donde había estado delante de Jehová.  Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno” (Gn. 19:15-28).

Aquí quisiera mencionar algo sobre esta ceguera, “Entonces los varones alargaron la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta.  Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta” (vs. 10, 11).

Esta expresión de que ellos fueron castigados con ceguera dejándolos a oscuras, teniendo que palpar sin saber hacia dónde dirigirse ni qué dirección tomar, creo que es la situación que estamos presenciando hoy.  Mientras cientos de homosexuales mueren por la plaga del SIDA, la ciencia y los científicos están a oscuras.  Realmente parece extraño que teniendo los médicos tantos recursos en nuestros días, no logren hallar algo para detener esta plaga, que hasta la fecha resultó ser cien por ciento mortal.  Todos los que se contagian, tarde o temprano mueren.  Gracias a los avances actuales en la medicina, hay personas infectadas que llegan a vivir hasta 25 años con la enfermedad, sin embargo el promedio es de entre 8 a 10 años.

SIDA quiere decir Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.  El sida destruye el sistema inmunológico en el cuerpo.  El sistema de inmunidad normalmente ataca las enfermedades fatales o cualquier intruso que quiere dañar el cuerpo.  Lo más terrible del sida, es que además de ser cien por ciento fatal, está envuelto en el misterio, porque todavía nadie sabe con exactitud cómo se originó y de dónde proviene.  Lo que sí se sabe es que se trata de una enfermedad contagiosa.  Sus síntomas son: diarrea, fiebre alta, glándulas inflamadas y pérdida rápida de peso.  Pero tal vez, lo más triste de todo esto que hace el sida, es la forma cómo mueren finalmente sus víctimas.
Una publicación de hace ya varias décadas, del doctor Ronald S. Goodwin, decía: «Las dos enfermedades más comunes que matan a la víctima después que el sida la despoja de la inmunidad son… el sarcoma de Kaposi y la pneumocystis carinii pneumonia.  El sarcoma de Kaposi, es una forma de cáncer de la piel, por lo general transforma el rostro de la víctima dándole un color morado, marcas horribles e hinchadas, llenando su cuerpo de heridas abiertas.  Por lo general esta situación se torna irreversible.  La pneumocystis carinii pneumonia, destruye salvajemente el cuerpo de su víctima antes de ocasionarle la muerte».
El sida es la manifestación clínica más grave de la infección por el VIH – del virus de inmunodeficiencia humana.  La infección por el VIH puede provocar la destrucción del sistema inmunológico del ser humano, lo que favorece la aparición de infecciones en múltiples sitios, tumores y otros signos de deterioro inmunológico que ponen en peligro la vida.

El sida puede producir síntomas muy variados.  Es posible ser un portador asintomático – es decir que no manifiesta ningún síntoma, o bien pueden aparecer infecciones oportunistas y neoplasias – mejor dicho, la multiplicación o crecimiento anormal de células en un tejido del organismo.  Aunque los nuevos medicamentos para tratar el sida, permiten que los pacientes infectados por VIH vivan muchos años, aún no existe cura para este mal.  El único modo de controlar la infección es evitar la exposición al virus.

Son muchas y diversas las hipótesis que se han trazado con respecto al origen y tiempo en que comenzó esta pandemia.  Según un artículo médico publicado en la revista Nature de septiembre del 2008, las investigaciones dirigidas por el doctor Michael Worobey de la Universidad de Arizona, Estados Unidos, la cepa del VIH empezó a propagarse entre 1884 y 1924, coincidiendo con el tiempo en que África empezó a urbanizarse.

Estimaciones previas ubicaron el inicio de la pandemia en la década de 1930, pero el equipo de Worobey consiguió ajustar la fecha, gracias a la comparación de las secuencias genéticas de dos nuevas muestras del virus que datan de 1959 y 1960, las más antiguas hasta ahora encontradas.  Las muestras proceden de dos personas infectadas de Kinshasa, capital de la República del Congo.  Worobey comentó: «Desde ese punto en adelante, las secuencias más antiguas son de finales de la década de 1970 y de la década de 1980, del tiempo en que supimos del SIDA».

Según este grupo de investigadores, el virus del VIH pasó del chimpancé a los humanos en el sudeste de Camerún, y el alto crecimiento de los nuevos centros urbanos y las conductas de alto riesgo asociadas a éstos, fueron quizá la causa para que el virus se expandiera tan rápidamente.  Décadas más tarde, a partir de 1960, la cantidad de gente infectada con el VIH en esa región se había disparado.
En la actualidad, el sida es una pandemia global que afecta a todos los países del mundo.  En el año 2006, se estimó que 39.500.000 personas han tenido el VIH/SIDA.  De ellas, han muerto más de tres millones.  La región más afectada por la enfermedad es el África subsahariana donde se registran dos tercios de los casos totales de VIH y casi el 75% de muertes por el sida.  Las tasas de infección varían, pero son los países del sur de África los más afectados.  En Sudáfrica se estima que el 29% de las mujeres embarazadas tienen el VIH.  La tasa de infección en la población adulta de Zimbabue es superior al 20%, mientras que en Suazilandia, un tercio de la población adulta es seropositivo.  Entre las causas principales de esta pesadilla del SIDA en África, se han resaltado la pobreza, la promiscuidad, además de sistemas sanitarios y educativos inadecuados.

Según otros cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el ONUSIDA, para finales del 2011 había en el mundo unas 34.200.000 personas infectadas por el VIH.  Ese mismo año, contrajeron la infección unos 2.500.000, de los cuales 1.700.000 murieron por causas relacionadas con el sida, entre ellos 230.000 niños.

El período de incubación puede variar mucho de una persona a otra.  Si no se brinda tratamiento, la mayoría de los infectados presentan signos de enfermedad al cabo de 5 a 10 años, mientras que el tiempo que transcurre entre la infección por el VIH y el diagnóstico de sida puede variar entre 10 y 15 años, a veces más.  El tratamiento con antirretrovíricos puede hacer más lenta la evolución porque evita la multiplicación del virus, y en consecuencia, disminuye la cantidad presente en la sangre del individuo infectado.

Y me pregunto: ¿No se habrá repetido la acción de los ángeles junto a la puerta de la casa de Lot?  Lot representa a la Iglesia de Cristo, y en todo esto debe haber un claro mensaje para todos los hijos de Dios.  El Señor Jesucristo insistió en que los días finales, antes de su regreso se parecerían mucho a los días de Lot.  Estas son las palabras de Jesús: “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos.  Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste” (Lc. 17:28-30).

El Señor Jesucristo dejó claro que los días que precederían al rapto de la Iglesia se parecerían mucho a los días de Lot.  A medida que se acerca ese gran día, el homosexualismo aumenta diariamente y tenemos que admitir que el sida es un mensaje de Dios, pues Él no puede concordar con tanta maldad, con tanta degeneración y perversidad.

Es probable que dentro de poco contemos con alguna solución siquiera parcial, pero podemos estar seguros que el homosexualismo tan encumbrado en algunos lugares, nunca más será lo mismo.  La situación de ceguera ante un asunto tan serio no puede ser ignorada.  La ciencia parecía ser la llave mágica para todos los males del hombre, incluso para este desenfreno ilimitado.  Pero de pronto la misma ciencia tuvo que levantar la bandera blanca, porque el sida demostró ser capaz de llevar a la misma muerte a todas sus víctimas, sin excepción.

Cuando se lee todo cuanto se está publicando sobre el particular, se advierte el temor que tienen esos que tratan a los enfermos de esta plaga mortal.  Volvemos a recordar el dicho que tantas veces repetimos: «Mal paga el diablo a quien bien le sirve».  La Biblia hablando del homosexualismo dice: “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre” (Lv. 20:13).

Pablo el apóstol, muchos años después que esta ley fuera dada a Moisés, dijo: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen… Y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Ro. 1:28, 27).

No nos debe extrañar la muerte segura por el sida o a causa del sida – la enfermedad de los homosexuales – porque esto le dijo Dios a Moisés hace miles de años.  Pablo agregó que se trata de “la retribución debida a su extravío”.  Es notable que muchos de los homosexuales activos conocen la Biblia e incluso hay ministros homosexuales y también iglesias homosexuales.

A no dudar, que muchos homosexuales activos conocen la verdad, conocen las Escrituras, incluso muchos reclaman ser cristianos, pero también tratan de justificar sus actos vergonzosos como dice Pablo, “hombres con hombres”,descendiendo como la puerca al lodo de prácticas homosexuales.

El sida está realmente lejos de resolverse.  Días pasados escuché a un médico comentar que no existe ni la más vaga pista que nos muestre el camino a tomar para librarnos de esta amenaza.  En todo esto tienen buena parte de culpa muchos políticos, lo mismo que ministros cristianos, porque condescienden con estas prácticas, lo que lejos de ayudar a los homosexuales los perjudica.  La sodomía es una forma de vida anormal que atenta contra la salud de ellos mismos.  La liberación espiritual podría conducir al homosexual a una liberación moral y también física.

La regeneración mediante el poder de Dios es el antídoto seguro.  Un homosexual o con tendencia homosexual, una vez regenerado se aleja de dichas prácticas y queda a salvo de la peligrosa enfermedad.  Hasta la fecha la ciencia sigue a ciegas, palpando y sin saber hacia dónde dirigirse en todo esto.  Sin embargo, hay un mensaje para los cristianos, tal como fuera entonces para Lot y su familia, ya que los ángeles le dijeron a Lot: “...Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas” (Gn. 19:17).  Esto que le dijeron los ángeles a Lot debería ser la solicitud de todo cristiano.

La búsqueda, en estos días de sodomismo y de tanta perversión, debe ser el “monte”de la genuina santidad.  El único sitio seguro para un cristiano es la más estrecha comunión con Dios.  Cada creyente debe revisar su propia vida, su conducta, su andar diario en Cristo.  Cada creyente debe tomar en serio la santidad de su cuerpo, de sus labios, de su mente y de todo su ser.

Aunque Lot le suplicó a los ángeles diciendo “mas yo no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal, y muera.  He aquí ahora esta ciudad está cerca para huir allá, la cual es pequeña… y salvaré mi vida”, la orden de ellos fue “escapa al monte, no sea que perezcas”(v. 17).  Es verdaderamente trágico notar hoy día en nuestras iglesias una peligrosa indiferencia en medio de los propios hijos de Dios.

No hay oraciones fervientes e insistentes suplicando la santidad personal del creyente.  No hay mucho interés en congregarse para orar unos por los otros por la santidad de toda la iglesia.  No se fomenta la vida espiritual mediante la buena lectura y auténticos estudios bíblicos.  Las iglesias están más interesadas en estadísticas, en números, de cómo sus congregaciones crecen numéricamente.  Más interesadas en las actividades sociales, el dinero que entra, las reuniones de compañerismo, las convenciones tumultuosas y muy asistidas, etc.  Pero no se fomenta la vida cristiana pura, santa y el cristianismo diario en la vida práctica.

¿Qué de nuestros hermanos en sus lugares de trabajo, nuestros jóvenes en las escuelas, y los padres e hijos en sus respectivos hogares?  El materialismo, la indiferencia, la hipocresía y el pecado oculto, son elementos tolerados en nuestros días en la mayoría de las iglesias que blasfeman el santo nombre del Salvador.

Ha llegado el momento que puede ser considerado como la última etapa de la iglesia en el mundo.  Mientras aquellos hombres castigados con la ceguera en el patio de Lot, buscaban quien los condujera al lugar seguro, Lot y su familia fueron sacados apresuradamente de la ciudad.   Pero hoy las personas viven palpando a ciegas, planteándose interrogantes en todos los campos, dudando de todo cuanto enseña la Palabra de Dios, siguiendo las doctrinas humanistas, endiosando al mismo hombre, la ciencia y sus supuestos logros. 

igilosamente los últimos segundos en el reloj de Dios, indican que nuevamente los ángeles se pondrán en acción para recoger a los suyos desde los cuatro puntos del mundo.

El sida debe ser para los cristianos una voz de alarma.  Dios en su misericordia, nos dice que de un momento a otro derramará su castigo durante la Gran Tribulación sobre todo el mundo.  Pero no podrá hacerlo mientras nosotros estemos aquí, así como no destruyó a Sodoma y Gomorra, mientras Lot y su familia estaban allí.  Hay dos cosas que debiéramos tomar con toda seriedad:

1.  La primera es la evangelización de cuantos todavía no conocen a Cristo.  No temamos ser estrictamente bíblicos y genuinamente cristianos, presentando con absoluta claridad las enseñanzas de Cristo y los apóstoles.
2.  En segundo lugar, no seamos negligentes con nuestra conducta, no permitamos que la lujuria, el materialismo, la opulencia y otros tantos pecados nos alejen de la autentica santificación.  Hay un “monte”en el cual Dios quiere ver a cada cristiano.  Renunciando diariamente al pecado, podemos avanzar hacia el “monte”de una santidad indiscutible.  Dios es santo y reclama de nosotros la santidad, debemos pedirle y hacer todo de nuestra parte para no ser cristianos a medias, hipócritas.

Tan cerca como estaban esos ángeles para guiar de la mano a Lot y a su familia a mayores alturas, escapando de la destrucción segura que dejaban tras sí.  Tan cerca está el Señor hoy de cada uno de nosotros y de nuestros hogares, queriendo llevarnos a nuevas y más genuinas formas de vida cristiana.

“¿Quién subirá al monte de Jehová?  ¿Y quién estará en su lugar santo?  El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas…” (Sal. 24:3, 4).  Quiera Dios que también nosotros, digamos orando: “Alzaré mis ojos a los montes…” (Sal. 121:1a).  Allí está nuestro socorro, fortaleza y seguridad, en los montes de una vida de santidad auténtica, usted puede vivirla y la necesitamos hoy.  Necesitamos creyentes santos, hombres y mujeres, jóvenes y señoritas, genuinamente santos.

Dios y solamente Él puede revestirnos de esa nueva imagen de absoluta santidad, si tan solo estamos decididos a pedirle de corazón: «Señor hazme un cristiano santo», tal como Lot suplicaba a esos ángeles «permítanme ir al monte, salir de aquí hasta ese lugar».  Como fuera entonces la orden: “Escapa al monte”, asimismo es la orden divina que cada cristiano viva en las alturas en términos espirituales.  No estoy diciendo que debemos someternos a un tipo de cierta disciplina impuesta por los hombres, estoy diciendo que debemos depender más del Señor, de Su Palabra, Sus promesas y también de Sus ordenanzas.  Debemos ser muy claros en el mensaje y condenar el pecado sin temer a nada ni a nadie.  ¡Hablar de los pecados de los hombres para que tengan la oportunidad de arrepentirse y creer en Jesucristo!

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