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Israel y la Iglesia

  • Fecha de publicación: Lunes, 08 Octubre 2012, 23:41 horas

En los capítulos 9 al 11 de su epístola a los Romanos, Pablo el apóstol judío a los gentiles, expuso a su audiencia mayormente gentil, el pasaje teológico posiblemente más elaborado de todas las Escrituras.  ¿Y cuál fue su tema?  Israel y el pueblo judío. 

Es por esta razón que los creyentes de los tiempos modernos, deberían prestar más atención a un texto bíblico tan importante.  Sin embargo, este fragmento es todavía una de las partes más ignoradas y malinterpretadas de toda la Biblia, porque se trata de un misterio: el asombroso misterio de Israel.

Pablo no quería que su audiencia ignorara o hiciera un análisis erróneo de uno de los mayores misterios de Dios, por eso dijo: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” (Ro. 11:25).
El apóstol aquí, deja bien claro que Dios no tolera ni la ignorancia ni la arrogancia.  Previamente en el mismo capítulo, advirtió: “No te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.  Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.  Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie.  No te ensoberbezcas, sino teme” (Ro. 11:18-20).

En muchas ocasiones nos hemos referido al hecho, que la posición teológica e histórica más común en muchas denominaciones “cristianas” con respecto a Israel, es prácticamente ignorar que existe.  Sin embargo, Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, supo que llegaría un día que ocurriría exactamente esto, y escribió los capítulos 9 al 11 de su epístola a los Romanos, con el propósito explícito de que las naciones comprendieran cómo Dios ha percibido siempre a su antiguo pueblo del pacto.  Pese a todas las advertencias, históricamente la iglesia nominal decidió distanciarse de la correcta perspectiva del pueblo judío, el que fuera calificado por el profeta Zacarías como «la niña del ojo de Dios».  En la actualidad no es sólo la iglesia nominal, sino también muchas denominaciones evangélicas, las que comparten esta misma posición.

Una de las mayores piedras de tropiezo que tuvieron los cristianos del primer siglo fue el rechazo de una gran parte del pueblo judío hacia Jesús como el Mesías.  Era motivo de gran vergüenza para la Iglesia primitiva que fuera establecida por un Mesías judío, que la mayoría de sus conciudadanos no le aceptaran como “el Camino”.  Fue así como la idea de que la Iglesia había sustituido a Israel en los planes de Dios, comenzó a echar raíces.   El «Israel nacional» fue reemplazado por el “Israel de Dios” mencionado en Gálatas 6:16, aunque cuando Pablo escribió esto, nunca quiso implicar que la Iglesia había ocupado el lugar de Israel.

Cuando estudiamos las Escri-turas, nuestra opinión personal influye muchísimo sobre nuestra comprensión de Dios.  El autor John Wilkinson dijo claramente: «Si el sentido sencillo y obvio tiene sentido, no procuremos otro».  Aunque esta puede ser una simple generalización, considerando la amplia gama de métodos de interpretación bíblica, el consejo parece ser sabio y fácil de observar.  Porque si usamos este punto de vista, podremos ver la continuidad del Israel nacional y natural en los pactos de Dios.

El fallecido maestro bíblico internacional Derek Prince esclareció más aún este tema.  Escogió interpretar la Escritura de manera más obvia y no alegórica, asegurando que cuando la Biblia dice Israel, se refiere al Israel natural, a menos que especifique lo contrario.  Debido a la centralidad de esta nación en la Biblia, Prince entiende que es clave en la forma cómo Dios ve también a los pueblos del mundo, añadiendo: «La forma cómo Dios trata a Israel... y la herencia que les ha asignado, determina su trato con las demás naciones.  Israel es el punto de partida y el eje central».

Casi dos milenios de ignorancia sobre este misterio han ocasionado enorme daño a la salud y vitalidad de la Iglesia, sin mencionar al pueblo judío.  Aunque era posible ignorar a Israel durante el período en que parecían estar permanentemente dispersados y desahuciados, eso ahora es imposible.  ¡El pueblo judío ya no puede ser ignorado!

Desde finales del siglo XIX, los judíos han estado regresando a su tierra ancestral para ocupar un lugar central en el drama del cambiante mundo moderno.  Como justificación teológica para ignorarlos, algunos opinan que los capítulos 9 al 11 de Romanos, no pertenecen a la epístola, incluso a la Escritura.  La hipótesis es que el tema en los capítulos 9 al 11, no tiene relación alguna con los capítulos 1 al 8, ni 12 al 16.  El reconocido autor y expositor cristiano, H. L. Ellison, dijo que los proponentes de esa postura consideran que el principal argumento de Pablo en Romanos se encuentra en el capítulo 8, pero que una lectura sencilla produce lo obvio: Que Pablo al final del capítulo 8, declara que nada puede separar al Señor de su pueblo «los escogidos de Dios».

Surge la pregunta: «¿Entonces, qué pasa con Israel?  ¿Su incredulidad lo ha separado de Dios?».  En su claro discurso en los capítulos 9 al 11 de su epístola a los Romanos, el apóstol Pablo pregunta: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo?  En ninguna manera.  Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín” (Ro. 11:1).  Concluyendo ese capítulo con un poderoso himno sobre el asombroso e inescrutable Dios de Israel, el capítulo 12 continúa con la exhortación de que, a la luz del pacto perpetuo de Dios con Abraham, Isaac y Jacob, los hermanos presenten sus cuerpos a Dios en sacrificio vivo.  No hubo error alguno al situar allí la poderosa verdad de la misericordia aún vigente de Dios hacia Israel.
Aunque los teólogos reformados han bendecido a la Iglesia con muchas de sus proposiciones, algunos dicen que las profecías sobre el retorno de Israel a la Tierra Prometida se cumplirán sólo durante la resurrección final con el retorno del Mesías.  Esos teólogos dan explicaciones complicadas para negar lo obvio y justificar que prefieren ignorar el misterio revelado sobre Israel, incluso la promesa de que volverían a poseer el territorio bíblico otorgado a los descendientes de Jacob.

Pero... ¿Qué es más perjudicial que ignorar a Israel?  ¡Ser arrogante y jactancioso con el pueblo judío!  La temprana iglesia romana y la mayoría de los teólogos sucesivos hicieron caso omiso de la advertencia del apóstol Pablo contra el orgullo, tal como declara Romanos 11:21.  El apóstol hizo referencia al hecho de que Dios podría desgajar las ramas injertadas no naturales (a los gentiles), como consecuencia de su orgullo.  Por eso dijo: “Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará”.

¿Será posible que la Iglesia mayormente gentil pueda sufrir ese tipo de juicio de manera colectiva, además de que los creyentes puedan ser juzgados de manera individual?  Los cristianos pueden actuar arrogantemente contra aquellos que creen de manera diferente, como también ser incapaces de discernir cuándo Dios castiga a la iglesia colectivamente.  Pero por otro lado, los cristianos jactanciosos pueden reducir al pueblo judío, tan amado por Dios, a una simple lección histórica.  Un reconocido teólogo, evidenció dicha arrogancia cuando dijo: «La fidelidad de Dios hacia Israel es un paradigma que debe ser aplicado a la Iglesia gentil».  Y un paradigma es un modelo o patrón, y la implicación de esta frase es que la fidelidad de Dios con Israel debe ser una enseñanza para la Iglesia.

Según el carácter Divino, Dios sólo podría sustituir a Israel con la Iglesia si rompiese su pacto con ellos.  Ya que los capítulos 9 al 11 de Romanos contradicen totalmente esa posibilidad, entonces es obvio que la teoría de reemplazo o de suplantación es una doctrina falsa.  La Iglesia ha tomado las promesas de Israel y les ha dejado todas las maldiciones, pero lo mejor que podría hacer sería dejar la altanería colectiva de querer suplantar al mismo olivo judío en que fue injertado.

Dios le ha dado a la Iglesia de la actualidad la oportunidad de reconocer y participar de las bendiciones para Israel, y no sólo de adjudicarle las maldiciones.  Como si la Iglesia necesitase mayor reprensión, Wilkinson hace otra fuerte declaración: «Estando el olivo gentil-silvestre injertado al olivo natural, debió haber perdido todo su carácter silvestre al ser incorporado a la Iglesia judeo-cristiana y hacerse partícipe de sus bendiciones; pero en lugar de eso declaró ser el Israel espiritual... De esa manera el cristianismo gentil llegó a ser casi tan corrupto como el paganismo».

Nuestra herencia cristiana

     Sin embargo, a pesar del rechazo hacia el pueblo judío, cada vez más seguido oímos hablar de nuestra herencia cristiana.  Como la creencia básica de este movimiento es la raíz común entre los judíos y los cristianos, comencemos con algunas definiciones de la palabra «raíz»Su significado más común es: «Órgano de las plantas que crece en dirección inversa a la del tallo, e introducido en la tierra o en otros cuerpos, absorbe de ellos los nutrientes necesarios para el crecimiento y desarrollo del vegetal y le sirve de sostén».

Similar es la imagen que nos presenta Romanos 11:16-24, donde leemos que los cristianos hemos sido injertados al olivo, que es Israel, y que a través del mismo sistema de raíces ambas comunidades reciben su alimento: “Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.  Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.  Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.  Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie.  No te ensoberbezcas, sino teme.  Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.  Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.  Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar.  Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?”.

No obstante, la palabra raíz tiene también otros significados.  Puede definirse como «origen» o «fuente».  Así que la frase «regresando a nuestras raíces» implica retornar al lugar desde donde todo comenzó.  Una tercera definición podría ser «ancla».  Algo que está firmemente arraigado, fuertemente amarrado, quizás hasta inmóvil.  «Echar raíces» significa establecerse en un lugar por un buen tiempo.  Como veremos, las tres definiciones tienen sentido respecto a las raíces judías del cristianismo.
Son muchas las descripciones que se le han dado a estas raíces judías.  Algunos las definen como el movimiento de cristianos modernos que quieren regresar a las perspectivas y creencias de la iglesia del primer siglo.  Otros, como un amplio término que enfatiza la necesidad de estudiar las Escrituras desde la perspectiva judía o según el pensamiento del Medio Oriente antiguo.  Unos terceros dicen que el término se refiere a los que quieren regresar al judaísmo original de la fe cristiana.

En su libro publicado en inglés Nuestro Padre Abraham, el doctor Marvin Wilson, profesor de estudios teológicos y bíblicos en el Gordon College, en Wenham, Massachusetts usa el término «herencia hebraica», lo cual según él, implica algo que ha pasado de generación en generación, la transferencia de un legado, en este caso nuestro legado judeo-cristiano.  Sin embargo, para disfrutar de esa herencia, es importante que comprendamos no sólo lo que nuestros precursores en la fe nos han legado, sino también cómo debemos aplicar ese legado en los tiempos modernos.

Para algunos, esto podría significar adoptar costumbres judías o herramientas rituales en la adoración cristiana, sin embargo el deseo de Dios es que vayamos más allá de esos símbolos externos.  Él busca personas que se conviertan en discípulos apasionados como Moisés, David, Isaías, Jeremías, Pedro, Pablo y otros personajes bíblicos destacados, quienes le amaron profundamente y determinaron seguirle aún hasta la muerte.  Sin importar costumbres o ritos externos, sin reservas le entregaron sus corazones, y sus vidas fueron ejemplo de ardiente amor, ferviente obediencia y sincera humildad.  Si examinamos las Escrituras dentro del contexto correcto, ese es el verdadero mensaje de nuestras raíces judías, nuestra herencia cristiana.

Pero entonces, si la intención del movimiento de las raíces judías es esclarecer las Escrituras, fortalecer a los creyentes y crear discípulos ardientes y apasionados, ¿cuál es el problema?  ¿Por qué algunos cristianos lanzan acusaciones de herejía, arrogancia y divisionismo contra metas tan nobles?  Mientras Dios siempre ha inspirado despertares espirituales y renovación en distintas épocas de la historia, Satanás repetidamente ha logrado crear dificultad y división en cada movimiento dentro de la iglesia, y este caso en particular no es la excepción.

Para los que están fuera de la Iglesia y ven lo que está pasando, la creciente división también es una piedra que los hace tropezar.  Es esencial que tengamos una actitud de paciencia y humildad.  La restauración de la herencia cristiana judía en la iglesia es un regalo del Señor que debe fomentar el conocimiento, la fortaleza y la unidad en el Cuerpo de Cristo.

A fin de entender mejor lo que significan estas raíces judías, hay que tener una mejor comprensión de las Escrituras dentro de un contexto judío, teniendo presente que el Señor habla a sus hijos de muchas maneras.  Si la Biblia fuese un simple libro de filosofía o teología, o quizás un tratado teórico sobre la conducta humana, no habría necesidad de escudriñar el entorno histórico y cultural en que fueron escritas sus varias secciones.  Pero es mucho más que eso.  Es una narración de la verdadera relación entre Dios y su pueblo, registrada para la posteridad, para que cada generación sucesiva tenga una invitación clara a fin de tener esa misma clase de relación, según su claro ejemplo.

Así como la cebolla está formada por capas colocadas unas sobre otras, algunos libros de la Biblia proveen el contexto para otros.  El Antiguo Testamento, con todo su registro histórico proporciona el entorno para el Nuevo: Desde la genealogía que inicia el libro de Mateo, hasta centenares de citas de principio a fin.  Es claro que el Nuevo Testamento halla su significado en las Escrituras hebreas.
Para quienes buscamos nuestras raíces judías o para cualquier estudiante de la Biblia, el contexto bíblico es una moneda de dos lados.  Por un lado, la Biblia provee su propio contexto, es decir, que alcanzamos mayor profundidad cuando permitimos que el Antiguo Testamento clarifique al Nuevo; mientras que por el otro, el corazón de Dios se revela cuando vinculamos cada relato bíblico cronológicamente según su época, ya que el mismo provee el trasfondo y la base para la próxima narrativa.  De esa manera permitimos que la Biblia proporcione el contexto para el estudio de las raíces hebraicas, porque todo concepto, idea o enseñanza debe ser examinado a la luz de las Escrituras.  No importa cuán interesante o convincente sea una idea, si no está fundamentada en las Escrituras, no tiene lugar en la vida cristiana.

Contexto histórico

     Lamentablemente, los cristianos a veces leemos las historias bíblicas con poca o ninguna comprensión sobre el período histórico en que ocurrieron los eventos narrados, y mucho menos conocemos otros sucesos que ocurrieron al mismo tiempo.  A través de la historia de Israel, Dios ha usado a naciones y ejércitos, a enemigos y aliados, para establecer a su pueblo donde Él quería.  Es crítico que conozcamos la interacción de Israel con sus vecinos en la narrativa bíblica, y realmente no lo podremos comprender sin conocer el correspondiente contexto histórico.  Ese conocimiento no tan sólo esclarece la Biblia, sino que provee un marco para comprender los tiempos en que vivimos hoy en día.

Es importante que los cristianos reconozcamos que la historia de la primera iglesia, es en efecto parte de la historia de Israel.  Los primeros creyentes eran judíos dedicados al estudio de las Escrituras.  Fue el análisis de su propia crónica lo que formó su percepción del mundo y ayudó a que la primera iglesia fuese valiente y comprometida.  Es imposible siquiera comprender y apreciar a plenitud el Nuevo Testamento sin que la historia provea su trasfondo y contexto para el Antiguo.
Conforme se han ido abriendo las puertas para el diálogo y la amistad entre comunidades judías y cristianas, el contexto histórico ha tomado prioridad.  Por necesidad, los judíos han estudiado muy bien sus anales y cada generación está saturada de historias sobre su pasado colectivo.  Sin embargo, los cristianos en general, conocemos muy poco sobre nuestra propia historia y cómo la misma ha afectado al pueblo judío.  En ese caso, la historia cristiana posbíblica, a pesar de ser tan dolorosa, debe proveer el contexto para construir dichas relaciones.

Contexto cultural

     Las parábolas que pronunciara el Señor Jesucristo eran historias maravillosas, fáciles de comprender y las personas se podían relacionar con ellas porque usaba objetos de la vida diaria para relatar tramas complicadas.  Para nosotros, dos mil años después, sus parábolas se hacen más interesantes e impactantes cuando comprendemos la cultura de esos tiempos.  Las Escrituras adquieren vida cuando leemos los versículos en su apropiado contexto cultural.  Veamos algunos ejemplos que nos ayudarán a entender mejor a qué nos referimos al hablar de este contexto o entorno cultural:

La Vid y los sarmientos

     En el capítulo 15 de Juan, Jesús se llama a sí mismo “la Vid”.  El uso de esa imagen, no era extraño para sus discípulos porque era un concepto muy familiar.  Las uvas crecían a lo ancho del territorio del antiguo Israel, y los escritores del Antiguo Testamento ya habían usado esa imagen.

•   El salmista escribió refiriéndose a Israel en Salmos 80:8, que Dios hizo venir «...una vid de Egipto; echó las naciones, y la plantó».
•   Oseas también usó la misma imagen, dijo: “Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí mismo...” (Os. 10:1a).
•   Asimismo dijo Isaías: “Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña.  Tenía mi amado una viña en una ladera fértil.  La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres... Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada.  Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.  Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya.  Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor” (Is. 5:1, 2, 5-7).  Un concepto similar leemos en pasajes como Ezequiel 15:6, Jeremías 2:21 y otros.

Por eso, nadie se extrañó cuando el Señor usó esta imagen, ya que reconocieron el significado simbólico de la vid.  Pero los líderes judíos sí se airaron cuando relató la parábola de los malvados labradores, ya que comprendieron su alusión, porque Israel era esa vid, y Él se refería a ellos como esos malvados labradores.
Este es sólo uno entre los cientos de ejemplos en que el conocimiento cultural nos ayuda a comprender mejor las Escrituras, y nos da un nuevo modo de entender historias tan familiares.  La Biblia cobra nueva vida, y muchos seguidores del Nuevo Testamento se asombran al reconocer que el contexto cultural es enteramente judío.

La Biblia como fuente de revelación

     Asimismo la Biblia, la revelación escrita de Dios, es una fuente constante de inspiración y dirección.  Allí vemos ejemplos en el Antiguo Testamento, de cómo Dios se comunicó con el ser humano, algunas veces de manera muy inusual.

•   Considere por ejemplo, cómo el asna le habló a Balaam: “Y viendo el asna al ángel de Jehová, se echó debajo de Balaam; y Balaam se enojó y azotó al asna con un palo.  Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces?  Y Balaam respondió al asna: Porque te has burlado de mí.  ¡Ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría!  Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna?  Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado hacerlo así contigo?  Y él respondió: No.  Entonces Jehová abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel de Jehová que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano.  Y Balaam hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro” (Nm. 22:27-31).
•   Leemos también en el registro bíblico, que cuando el rey Belsasar daba un banquete a sus príncipes, usó los vasos del templo de Jerusalén para beber vino, Dios entonces hizo aparecer una mano misteriosa que escribió sobre una pared: “En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía” (Dn. 5:5).
•   En algunas circunstancias, el Señor envió a ángeles para llevar su mensaje, tal como en el caso de Lot: “Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma.  Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo... Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más?  Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo” (Gn. 19:1, 12, 13).
•   En otras ocasiones habló por medio de sueños, como ocurrió con Gedeón: “Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró; y vuelto al campamento de Israel, dijo: Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos” (Jue. 7:15).
•   También habló por medio de visiones, tal como las que recibió Daniel sobre los diversos imperios futuros: “Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar.  Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían del mar” (Dn. 7:2, 3).
Asimismo en la Biblia, Dios usa imágenes vivas para que podamos comprender a nivel práctico todas sus instrucciones y los conceptos que intenta impartirnos.  Cuando tenía que comunicar algo a su pueblo Israel, a menudo empleaba medidas extremas para asegurar que le escucharan y que le comprendieran: Desde el deslumbrador relámpago hasta el ensordecedor trueno, desde el poderoso bramar del viento hasta un susurro apacible de la voz.  Él usaba todo lo que fuese necesario para comunicarse.
Estas ilustraciones son de inmenso valor para el verdadero estudiante de la Palabra de Dios, pero a menudo son mal interpretadas, o no comprendidas en lo absoluto.  Muchas provienen de la flora o la fauna del antiguo Israel.  Cada una fue seleccionada por el Señor por sus cualidades singulares y su capacidad de comunicar un concepto específico.  Sin embargo, si una imagen verbal ha de cumplir su propósito, debemos asegurarnos que comprendemos su apropiado contexto histórico y cultural.

La parábola, es un símil elaborado donde el relato, aunque ficticio, es verosímil.  Cada parábola contiene un mensaje central, que se toma de la vida cotidiana y se replantea de tal manera que nos permite entender una experiencia humana básica más allá de la comprensión intelectual.

Leemos en la Escritura que en una ocasión, “...Acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?  Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado” (Mt. 13:10, 11).  La discusión entre Jesús y sus discípulos revela el propósito del método.  Su fin no era esconder, sino revelar; sin embargo los misterios sólo pueden percibirse cuando la mente está abierta a Dios, tal como dijo el propio Jesús: “...Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños” (Mt. 11:25b).

Las parábolas son un método llamativo de enseñanza indirecta que provoca el pensamiento.  Son de fácil asimilación y las aplicaciones para el oyente hace que resulten inolvidables.  Ese fue el método que empleó el Señor con David, cuando lo hizo advertirse de la magnitud de su pecado: “Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre.  El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija.  Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él.  Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte.  Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia.  Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre...” (2 S. 12:1-7a).

Siempre en la parábola hay un elemento sorpresivo y novedoso que llama a la reflexión e inspira la decisión.  Dios repetidamente usó la flora del antiguo Medio Oriente para comunicar su verdad.  La Biblia está colmada de imágenes de árboles fuertes y productivos, además de plantas secas y moribundas por falta de agua o por carecer de un buen sistema de raíces.  El Señor a menudo empleó imágenes de rebaños que pastan sobre verdes colinas, para expresar su amor por su pueblo; mientras que al referirse a sus bendiciones, lo hizo en la forma de imágenes que hablan de frutas y granos, comparando su protección con los fuertes cedros del Líbano.

El olivo

     El árbol del olivo define el paisaje de Israel.  Los olivos crecen en los valles, laderas y montañas, incluyendo los parques públicos y jardines familiares.  Cuando se visita a Jerusalén, a pesar de lo moderno del país, el paisaje revela que uno se encuentra en la tierra de la Biblia.  En las colinas donde todavía no se han construido edificios, se observan las terrazas rocosas de la antigüedad.

El olivo crece lentamente, pero permanece por siglos.  Se cree que algunos de los que se encuentran hoy en las faldas del monte de los Olivos son de la época del Nuevo Testamento.  Alcanzan una altura de sólo unos seis u ocho metros.  El tronco es grueso, corto, nudoso y retorcido, y de él se desprenden numerosas ramas.  De las raíces nacen retoños alrededor del tronco; de ahí la comparación del olivo con el hombre rodeado de su familia: “...Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa” (Sal. 128:3b).

Si los olivos no se podan adecuadamente, esos renuevos crecen como arbustos silvestres.  Sus aceitunas no son comestibles y producen poco aceite.  Para que puedan dar buenas aceitunas, es necesario injertar una rama de buen olivo a una rama de olivo silvestre.

Una de las principales industrias en Israel era la producción del aceite de oliva, el que en los tiempos bíblicos tenía muchos usos.  Servía para elaborar comestibles, como combustible para lámparas y como medicina.  El árbol también era muy estimado por su madera de la cual se construían muebles finos.  Su sombra era muy apreciada en el tiempo de calor y sus ramas se usaban en la construcción de cabañas para la Fiesta de los Tabernáculos.  En vista del valor del olivo, en la Biblia se usa mucho en un sentido simbólico.

Según Deuteronomio 7:13 su aceite se usaba para cocinar, alumbrar las lámparas, elaborar cosméticos y ungir a los profetas y reyes.  La aceituna podía ser preservada en vinagre para comerla durante todo el año.  Su fuerte y colorida madera se empleaba para hacer muebles, paneles y esculturas.  Era uno de los tres productos esenciales de la tierra prometida.

Es el rey de los árboles, como leemos en Jueces 9:8: “Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros”.  Su aceite es emblema de soberanía.  Representa al hombre justo y recto.  Para Moisés era símbolo de la abundancia de la tierra prometida, y según Jeremías, habla de la gloria futura de Israel.  Sus hojas, hasta hoy, son señal de paz y amistad.

En las Escrituras se mencionan más de cien especies de árboles y plantas, y entre todos ellos quizás el olivo es el más amado, sagrado y reconocido.  Su nombre aparece más de 30 veces a través de la Biblia, y leemos de él por primera vez en Génesis como el primer árbol al que le brotaron hojas después del gran diluvio: “Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde; y he aquí que traía una hoja de olivo en el pico; y entendió Noé que las aguas se habían retirado de sobre la tierra” (Gn. 8:11).  Es quizás el árbol más común usado como ilustración tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos, y el más utilizado para representar a Israel en la narrativa bíblica.

La pregunta lógica sería, ¿por qué?  ¿Por qué el Señor lo usó repetidamente, incluyendo su fruto y su aceite, como herramienta educativa para su pueblo?  Es un árbol hermoso que crecía abundantemente en el antiguo Israel, y todavía se ve por las laderas de los montes en su territorio en nuestros días.  El profeta Oseas usa la analogía del olivo cuando describe la gran belleza de Israel al ser favorecida por el Señor y dice: “Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y perfumará como el Líbano” (Os. 14:6).

Pero el olivo tiene otras características aparte de su belleza física para que adecuadamente se use como ilustración del pueblo escogido de Dios.  Aunque sólo alcanza un máximo de ocho metros de alto, es asombrosamente resistente.  Crece en todas las latitudes, desde semitropicales hasta áridas, en ambos hemisferios, e incluso en las regiones más frescas desde Sudáfrica hasta Rusia.  Nunca muda sus hojas, porque son perennes y siempre mantiene su típico follaje verde-grisáceo durante todas las estaciones del año.  Aunque podría tardar varios años para que un olivo comience a producir fruto, una vez que llega a hacerlo, continúa haciéndolo cada año.  Y es virtualmente indestructible.

También es conocido por su amplio sistema de raíces, que se extienden varios metros a su alrededor para absorber la escasa humedad de la tierra seca en que normalmente se encuentra.  Sólo requiere una mínima cantidad de raíz para producir vástagos, de tal manera que puede sobrevivir a los intentos extremos por destruirlo.  Aunque se corte, se queme o se desarraigue, pocas veces se le puede vencer.  El olivo es tan tenaz que sus renuevos pueden crecer en la tierra más rocosa, y aún sobrevivir.  Finalmente, puede vivir por miles de años.  Sólo otras dos especies tienen mayor duración que éste.

En Deuteronomio 6:11, el Señor les dice a los israelitas que cuando entrasen a la Tierra Prometida, recibirían el fruto de muchas cosas que no habían sembrado ni labrado, incluyendo las viñas y los olivos.  Deuteronomio 8:8 describe la Tierra Prometida como “tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel”.  Obviamente, el cultivo del olivo ya había sido establecido por los cananeos durante el tiempo del éxodo, y la continuada producción del aceite de oliva y otros productos era de gran importancia económica para la nación de Israel.

Dice la Escritura en 1 Reyes 5:11, que durante la construcción del templo, el rey “Salomón daba a Hiram... veinte coros de aceite puro; esto daba Salomón a Hiram cada año”, lo cual según la Paráfrasis Bíblica equivalía a cuatro mil ochocientos litros de aceite de oliva puro, un regalo enorme que reflejaba la gran cantidad de aceite que producía Israel durante ese tiempo.  También se sabe que el aceite de oliva era el único producto exportado durante el período del segundo templo, aunque era igualmente importante para consumo interno.  El aceite de oliva era parte esencial de la dieta de cada judío, además del vino y el grano.

Pero no sólo era importante como comestible.  Uno de los hallazgos más comunes en las excavaciones arqueológicas en Israel es el de lámparas de aceite.  Algunas son simples tazas redondas, mientras que otras son más estilizadas con una boquilla para poner la mecha.  De cualquier forma, los judíos dependían del aceite de oliva para combustible, y en cada hogar en Israel se usaba para el alumbrado nocturno.  Las calles eran iluminadas con antorchas, que consistían de paños empapados en aceite de oliva.

En otras palabras, el olivo era muy conocido y críticamente importante para cada persona del pueblo escogido en el antiguo Israel.  Por eso cuando Dios usaba analogías de este árbol, ellos entendían inmediatamente lo que quería decirles.  El olivo era el ejemplo viviente, cuando quería ilustrarles que la nación de Israel se mantendría fuerte, que su pacto con Él los sostendría y los haría crecer dondequiera que fueran plantados.  Que a pesar de que sus enemigos vinieran contra ellos, serían prácticamente indestructibles; que producirían fruto y cumplirían el mandato Divino de ser luz a las naciones y que vivirían más tiempo que sus enemigos.

Injertados

     La Biblia, como mencionáramos al principio de este artículo, compara a los creyentes cristianos con ramas que han sido injertadas en el olivo original, que es Israel.  Dice Pablo: “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.  Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado” (Ro. 11:17-19).

Según el diccionario, el injerto es un método de propagación común en la agricultura y horticultura, mediante el cual se estimula el tejido interno de una planta para unirlo al de otra.  Este método tiene miles de años.  Era un proceso común en el antiguo Medio Oriente.  La Biblia menciona algunos versículos explicando su práctica para fortalecer la cosecha y mejorar la producción.  En la manera más sencilla, se corta un pedazo de una planta, un esqueje que contiene los genes a ser replicados y se inserta en la rama de un árbol receptor, de tal modo que el conjunto de ambos crece como un solo organismo.  Ambos deben permanecer vivos y saludables durante el proceso hasta que tenga lugar la fusión.  Se debe lograr una conexión vascular para que la savia corra libremente entre sí, a pesar de que el tejido de la madera probablemente no se una.  Por esa razón, el área del injerto debe ser protegida con una envoltura, a veces durante toda la vida del árbol, para que la nueva rama no se quiebre.

Los agricultores israelitas en tiempos antiguos, fortalecían su huerto de olivos injertando acodos de un árbol cultivado a árboles receptores silvestres.  A menudo, un vástago de fruto superior era injertado a un receptor con una raíz fuerte.  Eso usualmente resultaba en una planta resistente y de fruto abundante.  Sin embargo, a veces una planta de raíces fuertes y saludables podía ser injertada a un sistema débil que no era resistente a enfermedades.

Los injertos producían grandes beneficios.  No tan sólo plantas y árboles que eran más vigorosos, sino que producían fruto más abundante y mejor.  Una de las otras ventajas era que se podía adelantar el tiempo de una planta para dar fruto y hacerla “precoz”.  El árbol podía ser fructífero sin necesidad de pasar por toda la fase de desarrollo, hasta llegar a la etapa productiva.  La mayoría de los árboles adultos de olivo tienen que esperar entre cinco y nueve años para ser productivos, pero algunos árboles frutales tropicales, y unas especies de olivos, requieren hasta quince años.  El injertar esquejes maduros en un árbol receptor normal podía acortar el tiempo de espera incluso a dos años.  Eso era enormemente beneficioso para el agricultor de tiempos antiguos, cuya economía dependía de la producción de sus olivos.

Participantes de la raíz

     Habiendo ya clarificado mejor el contexto histórico y cultural de la Biblia, y el significado simbólico del olivo, volvamos una vez más a analizar ¿a qué se refieren las personas cuando hablan sobre las «raíces judías»?  Si usted hace una búsqueda por internet, encontrará cientos de sitios, algunos con una perspectiva positiva y con ayudas educativas muy buenas para comprender mejor este asunto; otros sin embargo, con una perspectiva negativa, tanto que hasta consideran al movimiento judeo cristiano como una secta.  Incluso hay algunos “creyentes” que expresan su profunda preocupación por la supuesta amenaza que representa este movimiento para el cristianismo, y se dedican a exponer lo que para ellos constituye una herejía peligrosa.

Así que... ¿Cuál es la verdad?  Para muchos, es incomprensible que algo que ha fortalecido y animado tanto la fe, produzca tanta controversia.  Pero para otros, es motivo de confusión.  Creo que ya es tiempo de que examinemos este fenómeno con claridad, combinado con sincera oración, para que el Señor revele su verdad y restaure la unidad en su cuerpo.

Como ya explicáramos al principio de este artículo, los capítulos 9 al 11 de la epístola a los Romanos son unos de los más importantes en las Escrituras.  Aquí, el apóstol Pablo claramente describe el escenario de Dios respecto a la relación entre Israel y la Iglesia.  Vemos que el pacto de Dios con Israel es realmente eterno.  El capítulo 9 de Romanos nos dice, que la adopción como hijos de Dios, los pactos, la ley, el servicio a Dios y sus promesas son todavía para el pueblo judío.  Pablo da una clara respuesta a los que opinan que Dios ha terminado con el pueblo judío, dice: “Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen?  En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.  Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?... Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Ro. 11:11, 12, 29).

Por Su propia naturaleza, Dios es fiel y constante.  Su Palabra es totalmente digna de confianza, y cuando dice que ha entrado en un pacto eterno con su pueblo escogido, quiere decir exactamente eso.

En estos capítulos, el Señor usa el olivo como ilustración para que comprendamos lo que Pablo describe como el «misterio» de esta relación.  Romanos 11:17, 18 es un gran ejemplo: “Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti”.  Estos son los versículos más profundos en todo este texto, la forma cómo Dios, por medio del apóstol Pablo, nos ofrece unas preciosas imágenes agrícolas, ¡y un mensaje asombroso para nosotros hoy!

Primero que todo, Pablo dice que nosotros, como cristianos, somos los olivos silvestres, que producíamos fruto de poco valor por tener un sistema de raíces débiles y sin resistencia a las infecciones.  Contrario a lo que hemos aprendido sobre el injerto, Pablo dice que el esqueje procede de un árbol silvestre, y no al revés.  Nos dice que algunas, pero no todas las ramas naturales han sido removidas para dejar lugar a nosotros, los esquejes del árbol silvestre.  Hemos sido injertados entre ellas, no tomando su lugar en el árbol, ni acaparando o echando fuera al resto de las ramas, sino participando juntos de la misma savia.

Pero lo más importante es, que como ya explicáramos, en el injerto el tejido interior debe estar unido y permanecer unido para que tenga éxito.  Actualmente vivimos en días de restauración, y mientras edificamos unas nuevas relaciones entre cristianos y judíos, debemos estar dispuestos a que nuestro tejido interior sea expuesto.  Debemos mirar nuestra historia con el pueblo judío de manera honesta, y admitir la verdad: que nuestra herencia y nuestra propia vida espiritual proviene de ellos.

Recuerde, tanto el esqueje como la planta portadora deben permanecer vivos y saludables a través del proceso del injerto.  Por casi dos mil años, la Iglesia ha ignorado estas advertencias y ha intentado promover su propia vida a expensas del pueblo judío.  Hoy día, debemos dedicarnos a apoyarlos, llevándoles vida y ánimo siempre que sea posible.

A medida que se fortalezca la relación entre cristianos y judíos, y el injerto comience a funcionar, veremos el intercambio de ideas, una disposición por comunicarnos, y un flujo en la savia.  Los cristianos aprenderemos acerca de su historia y nuestra conexión con una herencia antigua, y los judíos descubrirán que muchos cristianos pueden ser amigos y no sólo enemigos, según habían visto en el pasado con la iglesia nominalmente cristiana.  Aprenderemos juntos sobre las cosas que compartimos en común.

Pero debemos recordar que el injerto debe ser protegido.  Estructuralmente, todavía es muy frágil, y debemos protegerlo con oración y sensibilidad, recordando que el apóstol Pablo advirtió que las ramas injertadas pueden ser nuevamente desgajadas si caemos en la arrogancia, alardeando contra las ramas naturales: “Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.  Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie.  No te ensoberbezcas, sino teme.  Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará” (Ro. 11:19-21).  Debemos temer a lo que nos podría suceder si olvidamos que la raíz es la que nos sostiene.

Debemos comenzar a comprender la bondad del Señor que nos ha injertado a nosotros que éramos olivo silvestre, a su olivo natural, que es Israel, permitiendo que fuésemos participantes de la raíz y la nutrición de ese árbol.  Debemos comprender la bondad de Dios cuando abrió para nosotros, los gentiles, el medio para que llegáramos al lado de su pueblo y fuésemos parte de lo que ya estaba haciendo en ellos.  Debemos percibir la bondad de Dios que sólo desea tener misericordia de todos nosotros.  ¿Y qué más podremos decir en respuesta, sino gracias?

Tal vez algunos consideren que hablamos demasiado de Israel, en nuestro intento por contradecir los abusos de “cristianos” quienes lo ignoran, o quienes aseguran que la iglesia lo reemplazó en el plan de Dios, y se jactan en su contra.  De ninguna manera estamos sugiriendo o insinuando, que cada decisión que toma el gobierno de Israel es una resolución tomada por Dios.  De hecho, eso es tan falso respecto a Israel como de cualquier otro gobierno humano, aunque sea apropiadamente elegido.

Sin embargo, hay que reconocer que por medio de Israel, aunque humillado, Dios ha brindado al hombre toda clase de bendición espiritual, y muchas bendiciones naturales también.

A continuación mencionaremos sólo algunas:
•   Sin sobre exaltarlo tenemos que admitir que el Señor nos dio por medio de ellos, las promesas, los profetas, las Escrituras, los apóstoles y Jesús mismo.
•   A pesar de que el pueblo judío sólo representa una cuarta parte del uno por ciento de la población mundial, el 24% de los ganadores del Premio Nobel desde 1899 hasta el año 2010, han sido personas judías.
•   Ese pueblo nos ha dado la aspirina, la vacuna contra el polio, la prueba de la difteria, las transfusiones de sangre, la vacuna contra la hepatitis, los antibióticos, las vitaminas y mucho más, mejorando y preservando nuestras vidas.
•   Los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob lideran en la tecnología, la música, la filosofía, el periodismo, la filantropía, la política, los deportes y la economía.
•   Israel cuenta con el mayor número de personas con estudios universitarios en el mundo.
•   Produce más documentos científicos que ninguna otra nación por un amplio margen.
•   Es la nación que cuenta con el mayor número de científicos y técnicos en el mundo.  De hecho, se asegura que en el Israel actual hay más científicos vivos hoy, que todos los que han existido desde Adán hasta este día.
•   Cuenta con el más alto número de ingenieros per cápita.
•   Dispone del mayor número de médicos.
•   Es la nación que ha absorbido el mayor número de inmigrantes en el mundo.
•   Es el único país en Medio Oriente, donde la población cristiana ha aumentado durante los últimos 50 años.
•   Es el único país en Medio Oriente, en donde tanto cristianos, musulmanes y judíos pueden votar libremente.
•   Es el único país en Medio Oriente en donde las mujeres disfrutan de plenos derechos políticos.
•   Cuenta con el mayor número de compañías per cápita en el mundo.
•   Es el vendedor al por mayor de diamantes más importante del mundo, sobrepasando a la compañía de Diamantes Antwerp, en Bélgica en la década de 1970.
•   Fue el primer país en firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos.
•   Aparte del valle de Silicon, Israel tiene la más alta concentración de compañías de alta tecnología en el mundo.
•   Los teléfonos celulares fueron concebidos en el centro Motorola en Israel.
•   La tecnología de correo electrónico de voz fue desarrollada en Israel.
•   A principios de la década de 1980 la compañía IBM escogió un chip de computadora concebido en Israel como el cerebro para sus primeras computadoras personales.
•   El primer antivirus para computadoras fue desarrollado en Israel en 1979.
•   La mayoría de los sistemas operacionales de Windows NT y XP fueron fabricados en Israel por Microsoft.
•   Tanto los procesadores Pentium-4 y Centrino, fueron enteramente diseñados, desarrollados y producidos en Israel.
•   La tecnología del Chip Pentium MMX, fue diseñada en Israel por la Intel.
•   Israel cuenta con el mayor número de computadoras en el hogar en el mundo.
•   La tecnología para el Mensajero Instantáneo de AOL e ICQ fue desarrollada en 1996 por cuatro jóvenes israelíes.
•   Fue el primer país en Medio Oriente en poner un satélite en órbita, el Ofek 1, el 19 de septiembre de 1988.
•   Tiene más museos que ninguna otra nación en el mundo, asimismo más orquestas.
•   Es el mayor publicador de libros traducidos en el mundo.
•   En cuanto a seguridad militar, posee la flota más numerosa de aviones F-16, después de Estados Unidos.
•   Posee el sistema más impenetrable de seguridad área.
•   Gasta más dinero per cápita en su propia protección que ningún otro país en el mundo.
•   Posee el ganado de mayor producción de leche del mundo.
•   En este país se realizan gratuitamente más fertilizaciones en vitro que en ninguna otra nación del planeta.
Por todas estas cosas podemos comenzar a ver a Israel tal como es.  En contraste con el error de ignorarlo, de reemplazarlo, y sin exaltarlo demasiado, ya que Pablo dice en Romanos 11:28b: “...Pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres”.

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