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Los tipos de Anticristos y el Anticristo de los últimos días

  • Fecha de publicación: Viernes, 04 Abril 2008, 18:26 horas

Y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición” (Ap. 17:10, 11).

 A lo largo de la historia de la humanidad Dios ha permitido que se levanten reyes y gobernantes, que han sido sombras o tipos de ese hombre que en los últimos días controlará el mundo. Uno de estos grandes tiranos fue Nerón, el emperador romano, además de muchos otros césares del primer siglo quienes son un tesoro de claves para saber cómo será el Imperio Romano Revivido de los últimos días. Después de todo, las profecías de la Palabra de Dios anticiparon cuál sería la duración del reinado de esos déspotas, ¡y el de ese otro que resurgirá en los últimos días y que incluso controlará el mundo por un tiempo! Ya en el pasado algunos eruditos de las profecías han tratado de trazar algunas conclusiones tentativas acerca de sus consecuencias genealógicas. Ahora, nosotros una vez más vamos a examinar otros elementos añadiéndole nueva información.

Los padres de la iglesia primitiva consideraban a Nerón como el modelo perfecto del Anticristo. Incluso en el primer siglo, se pensaba que su desaparición de la vida pública incluía aspectos sobrenaturales. Él de hecho se suicidó, pero se propagaron historias de que simplemente estaba escondido y que un día retornaría para iniciar nuevamente su persecución en contra de los elegidos de Dios. Literalmente por cientos de años persistieron rumores de que Nerón regresaría para terminar su decreto satánico que había dejado inconcluso en el primer siglo. Obviamente, consideraban que era algo más que un hombre diabólico.

Pero... ¿Quién era este hombre y qué parte realmente desempeñó en la historia espiritual de la humanidad? Por la historia secular sabemos que este siniestro personaje, Nerón, nació en el año 37 y murió en el 68 de la era cristiana. Fue el quinto emperador de Roma y último de la dinastía Julio-Claudia. Nació el 15 de diciembre del año 37 bajo el nombre de Nerón Claudio Druso Germánico, en Anzio. Era hijo del cónsul Cneo Domicio Ahenobardo y de Agripina la Menor, bisnieta del emperador Augusto. En el año 49 Agripina se casó con su tío, el emperador Claudio I, a quien un año después convenció para que adoptara a su hijo. Más tarde, Nerón se casó con la hija de Claudio, Octavia, y aquel le nombró su sucesor, en lugar de su propio hijo, Británico. Tras la muerte de Claudio, la Guardia Pretoriana declaró emperador a Nerón a la edad de 17 años.

Bajo el asesoramiento de Burro y el filósofo Séneca, su tutor, los cinco primeros años de su reinado estuvieron marcados por la moderación y la clemencia, aunque tuvo prisionero a su rival Británico. En el año 59 mandó asesinar a su madre por criticar a su amante, Popea Sabina. Tres años después se divorció de Octavia, a quien más tarde mandó ejecutar y se casó con Popea. Burro murió, probablemente envenenado, mientras que Séneca dejó su cargo.

Nerón fue un hombre cruel e inestable que inició la persecución en contra de los cristianos. Como citara, ya en el año 64 de nuestra era él mismo inició el incendio de Roma y que luego usó a los cristianos como chivos expiatorios. En el año 66 el apóstol Pablo fue decapitado por orden suya. Era y es considerado como un monstruo furioso, un déspota egomaníaco que parecía ser arrastrado sobrenaturalmente para hacer el máximo mal posible. Sin embargo, lo más importante es que su vida parece estar entremezclada con la profecía bíblica.

Ya hemos examinado a Nerón en el pasado, pero ahora contamos con nueva evidencia que provee una clave de importancia a un evento que parece destinado a revelarse en un futuro cercano: la revelación del anticristo.

Un rostro que tenemos que considerar

Si es cierto que Nerón es parte de la referencia bíblica, entonces necesitamos saber tanto como sea posible sobre él. Hace varios años mientras examinaba un volumen de la Enciclopedia me detuve curioso a examinar una fotografía de un busto esculpido en mármol con el rostro de Nerón. Me estremecí al contemplar la inocencia de niño reflejada en un semblante que encerraba un interior insensible y frío. Este rostro se quedó grabado en mi mente, especulando mentalmente qué haría en caso de ver a alguien que luciera como él. Sus párpados pesados, cejas voluminosas y nariz prominente sugerían un individuo de una naturaleza áspera y emocional. Lucía como un hombre capaz de extrema sensibilidad e intuición por una parte, y por la otra de una crueldad desenfrenada. Sus grandes ojos eran probablemente capaces de parpadear con regocijo, pero nada podía ocultar su verdadera frialdad. Lucían como los ojos de un asesino.

Parecía como un hombre joven que siempre se las había ingeniado para lograr sus objetivos. Su cara redonda me llevó a concluir que realmente disfrutaba de la comida. Tal vez comía demasiado, incluso hasta la voracidad. Conforme repasaba los rasgos de su cara, más me convencía que su rostro claramente exhibía la imagen de un hombre con grandes apetitos, incluso dado a la lujuria.

Sus labios fruncidos exhibían una petulancia y arrogancia extrema, pero también parecían caracterizar a alguien de una naturaleza afeminada. A pesar de todo también parecía haber calor en ellos. Casi podía ver esos labios fruncidos, presionados despectivamente en una sonrisa victoriosa y encantando a su audiencia con cadencias subyugadoras. Pero también era obvio que de aquella boca podían asimismo brotar gemidos, una andanada de gritos y maldiciones.

Luego estaba la barbilla imponente y la quijada con una línea sobresaliente. Casi podía imaginarme su rostro terco, obstinado, dispuesto a hacer su voluntad sin reparar en las circunstancias. La palabra«cabezadura» vino a mi mente. Su mandíbula prominente completaba el cuadro de un hombre en cuya compañía no me gustaría pasar mucho tiempo.

Es cierto que las líneas de su cara eran suaves y juveniles, pero ese contraste amplificaba el efecto general negativo. Además de todo esto, percibía una crueldad extrema. Era un semblante inestable. No había duda que se trataba de un individuo traicionero, un hombre que debía ser evitado a toda costa. Asimismo era indudable que tenía pasión por el control. Era el rostro de alguien nacido para ser dictador. Era un bruto que pretendía ser sensible, un tirano que culpaba a todos los demás por sus propias faltas, un hombre controlado por sus propias pasiones.

Yo me preguntaba si realmente estaba viendo todas esas características en su rostro o si acaso estaba dejándome influenciar por lo familiarizado que me encontraba con su tenebrosa historia. Pero después de meditar y reflexionar llegué a la conclusión de que seguiría pensando lo mismo, incluso aunque no supiera quién era. Y me dije entonces: «Si alguna vez volviera a ver ese rostro, tomaría nota de él». Luego cerré el libro y dejé que esa imagen quedara en el recuerdo.

¿Siete emperadores romanos?

Recientemente volví una vez más a mirar ese rostro. Fue mientras conversaba con otro pastor amigo quien me comentó que tal vez los versículos 8 al 11 del capítulo 17 de Apocalipsis, ofrecían una clave respecto a la identidad del Anticristo. Y dicen: “La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será. Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición”.

El pastor con quien hablé sugirió la opinión de que los siete reyes mencionados en los versículos 10 y 11 son siete emperadores del imperio romano. Él se preguntó en voz alta si acaso un análisis profundo de estos versículos brindaría una clave sobre la identidad del Anticristo. Su opinión es que los cinco reyes caídos mencionados en el versículo 10 representan los cinco emperadores de la línea Julio- Claudia, es decir: Julio César, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, el último gobernador de este linaje.

Le informé que esta teoría, de hecho, ya había sido propuesta en años pasados. Entre otros, los eruditos bíblicos William R. Newell y Robert Govett, eran de la opinión de que estos cinco emperadores eran los cinco reyes de Apocalipsis 17:10. Siendo este el caso, el “uno”que “es”que menciona el mismo versículo, sería el emperador Domiciano, quien reinó desde el año 81 hasta el 96 de la era cristiana. Generalmente se ha creído que este es el período de tiempo durante el cual Juan escribió el libro de Apocalipsis. Domiciano fue un cruel tirano desconfiado. Sus persecuciones incluyeron a todos, desde senadores romanos hasta cristianos. Era el segundo de los hijos del emperador Vespasiano, y hermano del emperador Tito, a quien sucedió. Expulsó de Roma a los filósofos y matemáticos, y persiguió a los cristianos. El 16 de septiembre del 96, fue asesinado en una conjuración de los oficiales de la corte y de su esposa, la emperatriz Domicia.

Usando este análisis de los versículos en cuestión, seis emperadores romanos, más uno que habría de venir, iban a proveer el modelo para el octavo hombre, el anticristo final. Conforme seguía conversando con este amigo, el rostro en la enciclopedia del cruel tirano volvió una vez más a mi mente. Era nada más y nada menos que el quinto rey caído de Apocalipsis 17:10, ¡el emperador Nerón! Y me pregunté: «¿Qué pasaría si Nerón fuera en realidad el quinto rey mencionado en Apocalipsis 17:10? ¿Nos dará su vida y gobierno una clave sobre la identidad del Anticristo futuro?»

El retorcido rey niño

Nerón fue el producto de una intriga palaciega en la familia real de Roma. Agripina, su intrigante madre, se casó con su tío, el emperador Claudio. Con la ayuda y conspiración del liberto Palas, del filósofo Séneca y de Sexto Afranio Burro, el poderoso comandante de la guardia pretoriana, Agripina promovió a su hijo a la máxima posición en la familia imperial.

Claudio fue envenenado en el año 54 de la era cristiana y Agripina y sus aliados tuvieron éxito al colocar al joven Nerón en el linaje de sucesión real. Durante los primeros cinco años de su reinado todo marchó bien, aparentemente debido a que Burro y Séneca eran los verdaderos gobernantes. Pero la perfidia en la familia real continuó, alcanzando su nivel más bajo cuando Nerón asesinó a su madre en el año 59. Después de eso la megalomanía del joven emperador creó un reinado de pesadilla, un reino de terror. A pesar de carecer de talento se consideraba a sí mismo como un gran artista, músico, poeta y atleta. Tenía una personalidad viciosa y vengativa. Atravesarse en su camino era esperar su venganza y hasta la muerte.

La corrupción ancestral de su padre y la ambición desenfrenada de su madre terminaron por crear un monstruo. Fue bisexual desde sus primeros años de adolescencia. Además de eso practicaba muchas otras formas de perversiones sexuales públicas. Era mal hablado, con un temperamento tan violento que rayaba en la crueldad extrema, con un apetito desenfrenado por la comida y el vino.

La historia registra que era un hombre mentalmente inestable, con tendencia al exhibicionismo y a la auto-glorificación. Se encelaba descaradamente de todo y todos a su alrededor, así fuera por popularidad, rango o simple excelencia de carácter. Su vulgar exhibicionismo llegó a ser tan chocante que bien pronto fue detestado por todos los elementos en la sociedad romana. Como el ejército, el senado, los académicos y hasta el populacho se rebelaron contra él, terminó suicidándose el 9 de junio del año 68 de la era cristiana.

Pero... ¿Retornará Nerón?

Con su muerte se creó un curioso mito. Hacia la conclusión del primer siglo, el historiador romano Tácito escribió sobre un evento que tuvo lugar en el año 69 de la era cristiana, durante el reinado de Vespasiano. Y decía Tácito: «Aproximadamente en este tiempo, Acaya y Asia estaban molestas por una falsa alarma. Circulaba el rumor de que Nerón iba camino hacia allá (junto con los ejércitos romanos). Se habían propagado historias conflictivas sobre su muerte y un gran número de personas imaginaban (y creían) que estaba vivo».

Este rumor continuó hasta el segundo siglo y mucho después. Algunos de los cristianos fieles en el segundo y tercer siglo, creían incluso que él retornaría como el Anticristo. Ellos en particular, tomaban nota del hecho que su nombre y título sumaban 666, tal como dice el capítulo 13 de Apocalipsis sobre el nombre de la bestia.

Apocalipsis 13:18 revela así el número de la bestia: Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis”. A lo largo de la historia se han ofrecido varias explicaciones sobre el significado del 666. The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible nos ofrece como ejemplo el punto de vista del primer siglo. El título y nombre de Nerón en hebreo suman 666. Él fue el emperador romano que hizo ejecutar a Pablo. Estas letras en hebreo tienen un valor numérico de 666, como sigue:

Kof = 100
Samech = 60
Resh = 200
Nun = 50
Resh = 200
Vav = 6
Nun = 50
666

La creencia de que Nerón volvería a resurgir nuevamente es conocida en latín como la hipótesis de Nero redivivus. En el libro El Anticristo venidero, Walter K.Price escribe: «...la teoría más famosa del Anticristo del primer siglo, era esa de ‘Nero redivivus’». En el año 68 de la era cristiana, cuando el senado romano condenó a Nerón a muerte por sus odiosos crímenes, él huyó a su villa en los suburbios yallí le puso fin a su vida. Como murió casi solo y en un lugar oscuro, comenzaron a circular rumores de que había huido hacia Parcia desde donde regresaría a la cabeza de un gran ejército para vengarse del mundo romano.

Esta creencia de que Nerón regresaría estaba todavía en vigor en el siglo V de la era cristiana. Agustín hace referencia a ella con estas palabras: «Otros nuevamente, suponen que él (Nerón) no está incluso muerto, sino que se escondió para hacer creer que había sido asesinado, y que ahora vive oculto manteniendo la misma edad que tenía cuando se creía que había muerto, y allí vivirá hasta que se revele en su propio tiempo y restaure su reino».

Conforme la Iglesia avanzó hacia la edad del oscurantismo y hacia la Reforma, la creencia antigua sobre la diabólica resurrección de Nerón persistía. Finalmente, se le llegó a considerar sólo como una especie de prototipo, como una semblanza del hombre que surgirá en los últimos días para gobernar al mundo. Incluso hasta el mundo secular reconoce estas ideas. Un buen ejemplo es la película de Hollywood Damián y las otras tres que le siguieron. Su personaje principal Damián Thorn, es un descendiente del demonio. Es el Anticristo niño criado en un hogar adoptivo rico y poderoso para así poder gobernar al mundo.

Uno de los momentos más dramáticos en la película tiene lugar cuando un arqueólogo descubre una antigua bóveda subterránea con un mural del Anticristo dibujado en la pared. Es un cuadro antiquísimo del joven Damián pintado hace casi 2.000 años. Él reconoce su rostro justo antes de perecer en la cueva. Pero volviendo al tema que realmente nos ocupa, vuelvo a preguntarme: ¿Estará el capítulo 17 de Apocalipsis tratando de decirnos algo? ¿Eran todos los siete reyes mencionados emperadores romanos?

Domiciano, el segundo Nerón

Domiciano, el último del linaje de Flavio, fue segundo después de Nerón en su persecución contra los cristianos. Sus víctimas fueron legiones, incluyendo miembros de su propia familia. Una de sus metas más ambiciosas era la destrucción completa de todos los descendientes del linaje del rey David.

Era un hombre vano y perezoso que egoístamente buscaba el poder para sí mismo. Genealógicamente era hijo de Vespasiano y hermano de Tito. Éste último le ofreció compartir el poder con él, a lo que Domiciano se rehusó. Sin embargo, cuando Tito se encontraba en cama, enfermo, hizo que los médicos reales tomaran acción y le aceleraran su muerte.

Habiendo obtenido el gobierno tras esta repugnante acción, procedió a autoproclamarse dios, no sólo un dios, sino Dios. Instruyó a los regentes en su corte para que le llamaran Dominus et Deus Noster ­que quería decir «Nuestro Señor y nuestro Dios». Y así era como le saludaba el senado.

Los cristianos que trataron de vivir dentro de la severa censura del estado romano, pronto descubrieron que no podían someterse a esta orden de llamar a Domiciano dios. Su negación a adorar a este déspota trajo consigo tortura y muerte a innumerables cristianos.

Su arrogancia incontrolable, lo convirtió en una bestia. Ordenó que varias imágenes de sí mismo fueran exhibidas a través de la provincia. Su gobierno demoníaco llegó a ser más y más grotesco. Pero entonces tuvieron lugar una serie de eventos que seguramente deben haber sido una respuesta a las oraciones de los santos.

Charles Ludwing, en su libro Manual de los gobernantes del Nuevo Testamento y ciudades, cuenta la historia. Y dice en una porción de su relato: «Como tanto el padre de Domiciano como su hermano habían estado en Jerusalén, él indudablemente oyó hablar de la creencia judía en la venida del Mesías y también de la segunda venida de Jesucristo. Estas creencias le aterraban y como Herodes el Grande decidió hacer algo al respecto. Muchos cristianos que rehusaron quemarle incienso a Domiciano fueron liquidados. Entre esos se encontraba su propio sobrino Flavio Clemente.

Por medio de la profecía se enteró de que el Mesías sería de los descendientes de David. Por consiguiente, decidió eliminar a todos los de esa progenie. Debido a esta determinación arrestó a los descendientes de Judá. Cuando los enfrentó, exigió saber cuánto dinero poseían. Los hombres replicaron de que sólo tenían unos 25 acres entre ellos. Mostrando sus manos encallecidas, explicaron cuán difícil era tener que arrancarle lo necesario para vivir a una tierra tan improductiva. Impresionado por su honestidad aparente, Domiciano comenzó a preguntarles sobre Jesús y su reino.

Cuando inquirió sobre Cristo y su reino, cómo era y cuándo aparecería, ellos explicaron que no era de este mundo o en ningún lugar en la tierra sino angélico en el cielo, y que sería establecido al fin del mundo, cuando Jesús regresaría en gloria para juzgar a los vivos y a los muertos...

Al escuchar esto, Domiciano no encontró falta en ellos y despreciándolos por considerarlos indignos de ser tomados en cuenta los dejó en libertad decretando órdenes para terminar la persecución de la iglesia. A su liberación ellos se convirtieron en líderes de la iglesia, tanto por haber dado testimonio como por ser además de la familia del Señor, y gracias al establecimiento de la paz vivieron hasta el tiempo de Trajano».

A su muerte ocurrida en el año 96 de la era cristiana, Domiciano era todavía considerado como el más cruel de los tiranos. El senado incluso le rehusó un funeral público, a pesar de todo le puso fin a la persecución oficial de la Iglesia. Años antes, él fue responsable de que el Apóstol Juan hubiera sido hervido en aceite en la puerta latina de Roma. Juan logró sobrevivir gracias a un milagro, pero fue exilado como un esclavo en las canteras de piedra de la isla de Patmos. En sus últimos años Juan regresó a Éfeso, la ciudad donde fuera arrestado originalmente y en donde vivió el resto de sus días como uno de los ancianos de la iglesia allí. Se creía que Juan y Domiciano murieron aproximadamente en el mismo tiempo.

Esto hace de Domiciano el rey mencionado en Apocalipsis 17:10, el “...uno (que) es...”A lo largo de la edad de la Iglesia este pensamiento persistió. Walter K. Price escribe, «Gerberga, la reina de Francia, esposa de Luis IV, quedó muy impresionada con la enseñanza de que el fin del mundo tendría lugar alrededor del año 1000 de la era cristiana. Ella le preguntó a Adso, el capellán de la corte que más tarde se convirtiera en abad del Monasterio de Montier-en-Der, Francia, que recopilara toda la información que pudiera obtener sobre este tema. Él escribió un panfleto titulado Libellus de Antichristo (Pequeña obra sobre el Anticristo). Aunque el espíritu del Anticristo ya se había manifestado en hombres tales como Antíoco, Nerón y Domiciano, dijo que el Anticristo sería una persona».

¿Deben los siete ser emperadores romanos?

Pero si Domiciano, conocido como el segundo Nerón, es uno de los siete reyes, parece casi una certeza que el propio Nerón fuera parte de esta lista. Y verdaderamente, tal como mencionara anteriormente, hay varios eruditos en profecía que creen que los cinco reyes caídos son:
1. Julio César
2. Tiberio
3. Calígula
4. Claudio

Y los que se añadirían a estos serían:
5. Nerón y
6. Domiciano “uno (que) es”.

Esto, claro está, suscita dos preguntas:
1. ¿Cuál es el rey número 7? y
2. ¿Es correcto que Nerón sea el número 5?

Yo me atrevería a sugerir un punto de vista diferente: Después de la muerte de Domiciano, la Iglesia nunca volvió a ser perseguida con el vigor que experimentara bajo Nerón y Domiciano. Ciertamente después de eso hubo algunos períodos de persecución, pero nada más. A partir de entonces hasta el año 312 cuando el emperador Constantino decretó el Edicto de Tolerancia la Iglesia vio períodos de opresión, pero nunca fueron tan severos como esos que tuvieron lugar en el primer siglo. El edicto de Constantino supuestamente le pondría fin a toda tiranía en lo que a la Iglesia se refiere, pero claro está, no fue así. Sin embargo, a lo largo de los siglos, la Iglesia nunca vio otro período de despotismo tan tenebroso como ese del primer siglo.

No volvió a haber otro candidato para ocupar la séptima posición, hasta el siglo XX cuando apareció Adolfo Hitler. Se han escrito montones de libros para señalar las similitudes entre el Anticristo bíblico y el tirano alemán. Hitler volvió a poner en vigor la fantasía de los césares en pompa y ceremonia, modelando su entero régimen en conformidad con una serie de antiguas imágenes romanas. Estandartes, coronas de flores y símbolos fueron tomados del lugar donde los dejaron los césares romanos. Como Domiciano, la principal política de su gobierno era exterminar a todos los descendientes del rey David.

Llamándole a esta empresa “la solución final”, Hitler de hecho creía que actuaba bajo un mandato divino. Como poseedor de la “Lanza del Destino” y bajo la unción de sociedades metafísicas ocultistas tales como la “Sociedad del Dorado Amanecer” y la “Sociedad Thule Gesellschaft”,se sentía ordenado para establecer su propuesta sociedad perfecta.

Decía que el tercer reich perduraría al menos por mil años. A no dudar estaba enterado de la segunda venida de Cristo para establecer un reino milenial sobre la tierra. Hitler literalmente fue un Cristo falsificado. Muchos historiadores han expresado la opinión de que de no haber sido por unos pasos en falso, él pudo haber convertido esta pesadilla en una realidad.

Y verdaderamente fue una pesadilla. Hitler incluso pensaba que se encontraba bajo el control de un poder sobrenatural, que lo convertía en un superhombre. Armado con un ejército rudo tecnológicamente superior y respaldado por el tesoro del sacro imperio romano, Hitler sentía que era el “héroe” histórico que volvería a estructurar una vez más el imperio romano. Su reinado sólo duró unos pocos años. Luego, como Nerón y Domiciano, cayó en desgracia y se suicidó. Apocalipsis 17:10 se refiere al séptimo rey en esta forma: “...y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”.

Pero, ¿es Hitler el séptimo rey? No se puede negar que ciertamente se ajusta al modelo. Y como el modelo evoluciona, parece hallarse construido sobre un principio: los siete reyes son infames por perseguir al histórico sistema judeo cristiano. Si este es el caso, entonces tenemos que remover de la lista que citara previamente a Julio César, Tiberio, Calígula y Claudio, porque ninguno de ellos inició jamás una persecución organizada en gran escala ni contra el judaísmo ni mucho menos contra el cristianismo, como sucediera más tarde bajo Nerón y Domiciano.

Pero hubo otros en la historia bíblica que fueron vigorosos perseguidores de los judíos. El primero, claro está, fue la infame “cabeza de oro”(Dn. 2:38), Nabucodonosor rey de Babilonia. La Biblia le llama a su reino, el primero de los reinos gentiles. Su imperio fue derrocado por el siguiente de los gobiernos gentiles, por Darío el medo-persa.

Después de él vino Alejandro el Grande, quien pudo haber exterminado a los judíos a no ser por la milagrosa provisión de Dios. En medio de su gobierno emergió un déspota tan importante que casi el entero capítulo 11 de Daniel está dedicado a una descripción de su disposición histórica: Antíoco Epífanes IV. Es difícil olvidar todo lo que le hizo a los judíos. Estimo que ese debe ser nuestro primer candidato para las primeras cuatro posiciones.

Nerón y Domiciano, claro está, retendrían su posición original en la lista. Pero podríamos sugerir un nuevo arreglo que sería como sigue:
1. Nabucodonosor
2. Darío
3. Alejandro el Grande
4. Antíoco Epífanes
5. Nerón
6. Domiciano y
7. Hitler

Estos siete déspotas tienen una cosa en común: Todos ocasionaron devastación, muerte en el pueblo escogido de Dios, los judíos. Si no hubiera sido por la gracia y protección divina, los judíos habrían sido borrados de la faz de la tierra por alguno o por todos estos ruines.

También hay otra cosa bien interesante en esta lista. Desde Antíoco hasta el presente, hay un factor común que figura de manera prominente en la revelación del Anticristo final. Este factor es genealógico. Se origina en el linaje de Antíoco, quien era de la familia de Seleuco, uno de los cuatro generales de Alejandro el Grande que a su muerte se dividieran el gobierno del imperio. Fue de esta dinastía Seléucida, que fuera llamada así por él, de donde vino Antíoco IV, al igual que una verdadera galería de sucesores bribones que celebraron matrimonios con las dinastías de Roma.

Conforme seguimos avanzando en nuestra investigación del esquivo Anticristo, el octavo rey de Apocalipsis 17:11, examinaremos a continuación su infame descendencia.

El factor Seléucida

Entre los muchos grupos que se mofan de los expositores proféticos, una de las frases que se ha puesto de moda es decir que simplemente «están tratando de ponerle la cola al Anticristo». A pesar de sus burlas o de todo lo que ellos puedan decir, la Biblia ofrece claves tentadoras sobre la identidad del Anticristo. Como veremos, incluso hasta sugiere que es posible descubrir por completo su linaje genealógico. Hasta el momento sólo nos hemos aproximado, pero tal vez la historia completa de su linaje llegue a estar disponible conforme se acerca el tiempo de su aparición.

Entre otros pasajes, el capítulo 7 de Daniel asocia al Anticristo con el cuarto imperio final retratado como la “cuarta bestia”.Su estrecho vínculo con esta estructura final de poder le da un antecedente gentil, a pesar de todo sabemos que los descendientes de David de los últimos días, le aceptarán como mesías. Como dijera Jesús: “Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis” (Jn. 5:43). Pero, ¿será el Anticristo un judío o un gentil o tal como parece el caso, ambos? Alguien, en algún momento y en algún lugar finalmente pondrá todas estas claves juntas e identificará la identidad dual de este hombre.

2 Tesalonicenses 2:3 le llama “el hombre de pecado”y sugiere que dominará el mundo con gran poder, mediante la oratoria y por la fuerza de las tinieblas. Establecerá su trono en el templo reconstruido de Jerusalén y se autoproclamará Dios, teniendo aparentemente suficiente poder para conseguir su propósito, al menos por un rato. Es probable que tenga que convencer a los líderes de Israel de que es un judío.

Pero es en el capítulo 13 de Apocalipsis donde se percibe en detalle su poder sobre las personas. Sus características personales, su habilidad para realizar milagros cuando hace descender fuego del cielo y le da vida a la imagen de la bestia. Incluso tendrá poder para controlar la economía mundial lo cual logra hacer al imponer un sistema de identificación con números para todo hombre, mujer y niño sobre la faz de la tierra: “También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (Ap. 13:13-17).

Él mismo tiene un número, el infame 666,visto usualmente como la clave de su nombre. Usualmente, los nombres que se han sugerido son gentiles. Hasta ahora todos han fallado, pero eso no significa que debemos parar, particularmente en vista del hecho que la Biblia dice: “Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis” (Ap. 13:18).

El capítulo 11 de Daniel y la dinastía Seléucida

Tal vez la evidencia más obvia sobre la identidad del Anticristo la encontramos en la compleja historia dada en el capítulo 11 de Daniel. Una completa exégesis de este capítulo llenaría un gran libro, ya que cubre el legado de Alejandro el Grande, rey de Macedonia, Grecia, desde el año 336 hasta el 323 A.C. y sus sucesores. Durante su breve reinado de 13 años, Alejandro conquistó los pueblos del norte, yendo tan distante como el río Danubio. También penetró en Asia Menor, Fenicia, Egipto, Siria y el gran imperio Persa de Darío hacia el oriente. A su muerte ocurrida cuando tenía 33 años de edad, sus territorios conquistados fueron divididos entre cuatro de sus generales. La idea original era que cada uno de ellos estableciera una dinastía gobernante.

Dos de ellos, Seleuco y Tolomeo, son de particular interés, ya que sus dinastías se hallan detalladas en el capítulo 11 de Daniel. Como el profeta ofrece un punto de vista tan extendido de estas dinastías del tercero y cuarto siglo, muchos escépticos han razonado que Daniel debió haber escrito todo mucho después, en el segundo o tercer siglo, pero es indiscutible que Daniel escribió su libro en el siglo VI A.C. El Espíritu Santo le dio un punto de vista documental anticipado del ascenso al poder de un hombre que es considerado el modelo del Anticristo. Este hecho por sí solo es de extrema importancia.

En este capítulo, los versículos 3 al 20 nos ofrecen un relato compacto, pero detallado de las interacciones críticas entre las familias de Tolomeo en Egipto y el gobierno sirio de los Seléucidas. Pero lo más importante en este estudio es la dinastía Seléucida que comienza en Daniel 11:5, con una referencia a Seleuco I Nicator. Llamado el Conquistador, ganó control de Siria y Cilicia. Aunque era un potentado oriental, su filosofía era básicamente occidental. Trató de reunificar a Grecia, pero fue asesinado por Tolomeo II antes que pudiera completar su plan. Y dice la profecía sobre él: “Y se hará fuerte el rey del sur, mas uno de sus príncipes será más fuerte que él, y se hará poderoso; su dominio será grande”(Dn. 11:5).

Seleuco II, Calínico era llamado el Glorioso Victorioso.Llegó al poder en el año 247 A.C., tal como fuera profetizado en Daniel 11:6-9: “Al cabo de dos años harán alianza, y la hija del rey del sur vendrá al rey del norte para hacer la paz. Pero ella no podrá retener la fuerza de su brazo, ni permanecerá él, ni su brazo; porque será entregada ella y los que la habían traído, asimismo su hijo, y los que estaban de parte de ella en aquel tiempo. Pero un renuevo de sus raíces se levantará sobre su trono, y vendrá con ejército contra el rey del norte, y entrará en la fortaleza, y harán en ellos a su arbitrio, y predominará. Y aun a los dioses de ellos, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos de plata y de oro, llevará cautivos a Egipto; y por años se mantendrá él contra el rey del norte. Así entrará en el reino el rey del sur, y volverá a su tierra”.

Seleuco III, Sóter, reinó sólo por dos años. Él está mencionado así en Daniel 11:10: “Mas los hijos de aquél se airarán, y reunirán multitud de grandes ejércitos; y vendrá apresuradamente e inundará, y pasará adelante; luego volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza”.

Finalmente Seleuco IV, Filópater, vino a ocupar el gobierno tal como está mencionado en Daniel 11:20: “Y se levantará en su lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla”. Era hijo de Antíoco el Grande y hermano del infame Antíoco IV Epífanes. En los últimos años de su gobierno, intentó saquear los tesoros del templo de Jerusalén.

Es importante recordar que tanto los Tolomeos como los Seléucidas eran griegos, habiendo descendido de las familias reales de ese imperio.

El hijo de Seleucoera Antíoco I, Sóter. El título «Antíoco» significa «opuesto» u «opositor» y era un nombre favorito de los reyes Seléucidas de Siria desde el año 281 A.C. en adelante. Antíoco I se convirtió en gobernador único de Siria. Antíoco II era su hijo, y reinó desde el año 261 hasta el 246 A.C.

AntíocoIII fue llamado El Grande. Era el segundo hijo de Seleuco II. Sus saqueos fueron profetizados por Daniel en el capítulo 11, versículos 15 hasta el 18: "Vendrá, pues, el rey del norte, y levantará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y las fuerzas del sur no podrán sostenerse, ni sus tropas escogidas, porque no habrá fuerzas para resistir. Y el que vendrá contra él hará su voluntad, y no habrá quien se le pueda enfrentar; y estará en la tierra gloriosa, la cual seráconsumida en su poder. Afirmará luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél convenios, y le dará una hija de mujeres para destruirle; pero no permanecerá, ni tendrá éxito. Volverá después su rostro a las costas, y tomará muchas; mas un príncipe hará cesar su afrenta, y aun hará volver sobre él su oprobio”.

En el año 175 A.C., su tercer hijo, Antíoco IV, sucedió como rey a su hermano, Seleuco IV Filópater, tal como dice Daniel 11:20, 21: “Y se levantará en su lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla. Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá sin aviso y tomará el reino con halagos”. Como adorador de Zeus se imaginaba a sí mismo como una manifestación del “gran padre de los dioses”.Se atribuyó el título de theos epiphanes que significa «el dios manifiesto». Daniel 11:21-35 lo describe como un hombre vily uno que tiene absoluto desprecio por la nación de Israel.

Debido a que se consideraba a sí mismo como la encarnación de Zeus, ordenó que todo el pueblo lo adorara. Envió a 22.000 soldados a Jerusalén en un día sábado, llevando a cabo gran pillaje y quemando la ciudad. Saqueó el santo templo y allí erigió altares para Zeus, ordenándoles a los judíos que ofrecieran sacrificios inmundos y que comieran carne de cerdo. Esta desobediencia acarreó muerte. Se autoproclamó dios y ordenó que su cumpleaños fuera honrado como un día sagrado. Su infame orden fue dada el 24 de Quisleu del año 168 A.C. Tres años más tarde, el 24 de Quisleu del año 165 A.C., los judíos purificaron y rededicaron su templo. Restauraron la adoración dando origen a la fiesta de dedicación llamada Chanukkah.

AntíocoIV Epífanes fue verdaderamente un hombre diabólico. Era arrastrado por fuerzas de las tinieblas y se convirtió en el más grande arquetipo histórico del Anticristo, un hombre que en medio del templo declaró ser un dios. El Anticristo final simplemente hará lo mismo que él hizo, excepto que en mayor escala.

Desde Antíoco hasta la familia real de Roma

Los versículos 36 al 45, del capítulo 11 de Daniel, cierran con la profecía del rey obstinado.Claramente él será el Anticristo de los últimos días. Pero si uno solamente lee este capítulo, tal pareciera que no hubiera una división entre Antíoco EpífanesIV y el rey de los últimos días, “...el rey (que) hará su voluntad...” (Dn. 11:36).

 

¡En otras palabras, Daniel parece estar diciéndonos que la dinastía Seléucidacontinuará hasta los últimos días! Si esto es cierto, entonces es posible rastrear el linaje del Anticristo. Más adelante veremos dónde podríamos encontrar el registro genético de esta herencia.

Después del horroroso reinado de Antíoco IV, el linaje Seléucidacontinuó bajo el mismo título, con Antíoco V, VI, VII, VIII, IX, X y XIII, todos continuando el reinado de sus padres. En el año 169 A.C., siguiendo a su derrota de Tigranes de Armenia, Lúculo de Roma le otorgó a AntíocoXIII el gobierno de Siria y decretó que a partir de entonces sería una provincia romana. Esta fecha efectivamente marca el fin de la dinastía Seléucida y el principio del gobierno romano.

 

Pero los descendientes de los Seléucidas continuaron en posiciones de importancia mucho después que Siria se convirtiera en una provincia romana. Por ejemplo, siguiendo a la muerte de Nerón ocurrida en el año 68 de la era cristiana, Roma entró en un período de caos. El año 69 de nuestra era fue conocido como «el año de los cuatro emperadores» conforme varios contendientes lucharon por el control. Dos de los contrincantes, cada uno de los cuales pasó unos pocos meses como emperador, fueron Otón y Vitelio.

Según Charles Ludwig, Vitelio, antiguo senador, quien había «hecho arreglos con el senado para legalizar el matrimonio entre la madre de Nerón y Claudio, fue un ex gobernador de Siria».

¡Aquí tenemos una posible conexión entre la dinastía Seléucida y la familia de Nerón! Pero... ¿Por qué tenía Vitelioque trabajar y preocuparse para hacer realidad el matrimonio entre Agripina y Claudio si esto no representaba algún beneficio para él? Tal vez Agripina, la madre de Nerón estaba relacionada en alguna forma con él. De otra forma, ¿por qué iba a apoyar su causa?

En Las Historias de Tácito, encontramos una nota interesante acerca de un grupo de soldados que pertenecían a Vitelio que tal vez lo conectan con la dinastía Seléucida. El evento ocurrió durante la primera batalla de Cremona. Y dice el registro histórico: «Esta demora le dio a los Vitelianos la oportunidad de refugiarse en un viñedo en donde una compleja red de viñas entretejidas impedía el movimiento. Había un pequeño bosque cerca de allí, también. Desde ese lugar ellos se aventuraron a montar un contraataque y al hacerlo se las ingeniaron para darle muerte al más ansioso de los soldados pretorianos. Entre los heridos estaba el príncipe Epífanes, quien se encontraba dirigiendo ansiosamente a sus hombres en la batalla del lado de Otón».

 Aquí encontramos al príncipe Epífanesen la primera batalla de Cremona, en el norte de Italia. Él era nada más y nada menos que el hijo de Antíoco IV, rey de Comagene, lugar que se hallaba localizado en el Banco Occidental del alto Éufrates. ¡Su título oficial era AntíocoEpífanes, en honor al originadorde ese nombre... el hombre que profanara el templo de Jerusalén en el año 167 A.C., aproximadamente 237 años antes! ¡Y era un partidario del gobierno en el ejército de Otón! Por un tiempo el jovenEpífanes estuvo interesado en contraer matrimonio conDrusila, la hija más joven de Herodes Agripa I, pero como rehusó abrazar el judaísmo, su matrimonio nunca llegó a consumarse.

 Esto nos dice que para el tiempo de Cristo, los Seléucidas habían llegado a estar entremezclados tanto con la familia real Herodiana como con la familia real de Roma. En otra parte, Tácito describe el acceso de Vespasiano al poder, siguiendo a la muerte de Vitelio, y dice: «Para el 15 de julio del año 69 de la era cristiana, la entera Siria había tomado el juramento de fidelidad a Vespasiano. Él también había ganado la adhesión de Sohaemo y su reino, cuyos recursos no eran para ser despreciados, y de Antíoco, quien había heredado grandes riquezas y era el más rico de todos los reyes. Luego Herodes Agripa II, arribó después de un rápido viaje desde Roma en donde emisarios secretos de su pueblo le habían llevado noticias que lo llamaban de regreso a casa mientras Vitelioestaba todavía en las tinieblas. Igual entusiasmo marcó el apoyo dado a la causa por la reina Berenice. Ella estaba en sus mejores años y en el pináculo de su belleza, mientras hasta el anciano Vespasiano apreciaba su generosidad».

 En este momento histórico, Vespasiano, Herodes Agripa II, Berenice (su hermana y consorte mencionada en Hechos 25:13), y Antíoco IV, rey de Comagene, son vistos conspirando juntos como confidentes íntimos.

Es un hecho histórico que los hijos e hijas de los Seléucidas se fusionaran con las familias reales de Roma, tal como hicieran los Herodianos. Josefo, en su obra Antigüedades de los judíos, libro XIII, capítulo 5, parágrafo 8, menciona una carta del senado romano que dice en parte: «A pesar de habernos visto constreñidos a librar muchas guerras por la excesiva codicia de nuestros vecinos, sin embargo no quisimos ser gravosos para vosotros o para otros de nuestros parientes. Ahora, después de vencer a nuestros enemigos, al enviar a los romanos a Numenio hijo de Antíoco y a Antipáter hijo de Jasón, ambos varones honorables que pertenecen a nuestro senado, les hemos dado carta para vosotros, a fin de renovar nuestra mutua amistad».

 Este Numenioes de la dinastía de los Seléucidas y precedió a Antíoco IV, rey de Comagene. También era un miembro del senado romano, demostrando una vez más la intimidad entre la descendencia de Antíoco IV Epífanes y la realeza romana.

Esto no debería sorprendernos. Según Daniel 9:26 el Anticristo será de linaje real: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones”.

En este pasaje el “príncipe que ha de venir”será el Anticristo. Su “pueblo”será el mismo pueblo de Vespasiano y su hijo Tito, en otras palabras será de la realeza romana que ordenó la destrucción de Jerusalén y del templo. Esto deja claro que el “príncipe que ha de venir”es un romano. Esta es la intención definida del versículo, y es ampliamente incrementada por la historia de los Seléucidas en el capítulo 11 de Daniel.

Las páginas de la historia

Esto suscita una pregunta: ¿Qué pasó con la dinastía Seléucida? La respuesta es muy simple, los hijos e hijas de la unión entre los Seléucidas y los romanos, prácticamente desaparecieron en los árboles genealógicos de la realeza romana. Como mencionáramos anteriormente, algunas de estas genealogías deben estar yaciendo en una biblioteca llena de polvo hasta este día, quizá en la biblioteca del Vaticano cuyos registros son tanto voluminosos como muy antiguos.

 Hay muchos eruditos en profecía que creen que el gran líder final será un descendiente del linaje del rey Meroveo. La llamada dinastía Merovingia comenzó con el gobierno de Meroveo, el que se extendió desde el año 447 hasta el 458 de la era cristiana. ¡Algunos incluso en forma blasfema han dicho que era la descendencia de Jesucristo y María Magdalena! Claro está, tal cosa no es verdad. Pero es interesante saber que se sostiene esta creencia.

 

Esta dinastía Merovingia llega hasta nosotros en el día presente como la Casa de Habsburgo, la cual tiene vínculos genéticos virtualmente con cada familia gobernante en Europa. Y lo más importante, entre sus luminarias están Otto von Habsburgode Austria y su hijo Karl, al igual que el rey Juan Carlos I de España y su hijo Felipe. Ahora con esto no estoy diciendo que alguno de ellos pueda ser el Anticristo.

Lo que falta es la conexión genealógica entre Antíoco IV, rey de Comagene y la dinastía del rey Meroveo. Este período de tiempo se extiende aproximadamente desde el reinado de Vespasiano, que comenzara en el año 69 de la era cristiana hasta el inicio del reinado de Meroveo, en el año 447 de la era cristiana. Es bastante posible que dentro de este período de 378 años, existan documentos en cualquier lugar que validen en un nivel secular, eso que está implicado en el capítulo 11 de Daniel. Pero... ¿Podrá el Anticristo producir un día credenciales, quizá incluso hasta una genealogía que le dé credibilidad incuestionable? Tal parece que será así, pero hasta el momento esa información se encuentra más allá de nuestro alcance.

El octavo rey

 

Esto nos lleva una vez más a Apocalipsis 17:11, que dice: “La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición”. Este es el Anticristo final, pero la profecía dice que “es de entre los siete”. Es decir, que comparte una fibra común con los siete hombres que le precedieron, a saber:

 1. Nabucodonosor

2. Darío

3. Alejandro

4. AntíocoIV Epífanes

5. Nerón

6. Domicianoy

7. Hitler

Estos siete hombres nos proveen un cuadro compuesto del Anticristo final. Él tendrá riqueza y poder. A no dudar, será un hombre carismático, persuasivo, dotado con gran inteligencia. Tendrá un sentido de destino histórico. Verá a los judíos como una barrera para el establecimiento de su reino. Finalmente será poseído por el propio Satanás, tal como fueran poseídos por un espíritu diabólico cada uno de sus antecesores en la lista.

Y como ya es visto en el precedente histórico provisto por estos hombres, la sociedad debe estar preparada para su venida. El octavo hombre en la lista llegará a su plenitud cuando la sociedad esté preparada para creer en él. Después de todo, ¿quién aceptaría a un nuevo Nabucodonosor, Antíocoo Nerón como figura mesiánica?

Tal vez este enigma esté mejor explicado en las palabras de 2 Tesalonicenses 2:7-12, que dicen: "Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”.

 

Muchos cristianos bíblicos, creen que el Anticristo se encuentra vivo hoy. Es probable incluso que él ni siquiera sepa quién es. La revelación de este hombre inicuo ha sido retrasada por la presencia y poder del Espíritu Santo.

Dios todavía no ha permitido que el “...espíritu del anticristo...” (1 Jn. 4:3), entre en este hombre, pero en breve lo permitirá. Gracias a la Biblia, sabemos que antes que él ocupe el poder, la humanidad deberá estar preparadapara creer una gran mentira. Además, sabemos que las fuerzas que controlan el mundo deberán estar sujetas a una especie de locura, la misma locura que hizo naufragar las familias reales de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma.

Pablo le escribió a Timoteo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos”(2 Ti. 3:1). La palabra que en nuestra Biblia está traducida como “peligrosos”, de acuerdo con el texto original griego del Nuevo Testamento, también puede ser traducida como «locura desatada». En el horizonte hay señales discernibles del mal que está acumulándose. Algunas de las señales son grandes, otras pequeñas, pero están allí.

Por lo que dice la Biblia, el individuo que ocupará la octava posición en esta lista de los hombres más infames del mundo, será persuasivo, apasionado, arrogante, un actor, uno que asegurará traer paz. Finalmente será poseído por el propio Satanás. Si no hubiera sido por la gracia de Dios, sus antecesores en el pasado habrían borrado a los judíos de la faz de la tierra, acabando así con el plan redentor de Dios bajo el Mesías. Lo mismo tratará de hacer el Anticristo y de no ser por la intervención directa del Señor Jesucristo con poder y gloria lo lograría. El tiempo de su llegada se aproxima.

 

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