Menu

Escuche Radio América

El cosmos el creador y el destino humano

  • Fecha de publicación: Miércoles, 15 Agosto 2012, 19:48 horas

A pesar de todos sus fracasos por traer paz y buena voluntad a la Tierra, Estados Unidos al menos puede vanagloriarse de su programa espacial.  Sus astronautas han caminado sobre la luna.

 Sus astrónomos han escudriñado los confines del universo con sus telescopios y han descubierto muchos misterios, sin embargo debemos enfrentar algunas realidades.

Echémosle una ojeada a lo vasto del universo.  Incluso si pudiéramos construir vehículos espaciales que viajaran a la velocidad de la luz, tomaría unos cien mil años recorrer nuestra galaxia relativamente pequeña - la Vía Láctea, y miles de millones de años llegar hasta los billones de galaxias más allá.  Estos hechos muestran cuán necio es el sueño del hombre de explorar el universo.

Cada vez que subo a bordo de un avión jet como pasajero, y le echo una ojeada a la cabina con su increíble y complejo panel de instrumentos, pienso en la golondrina ártica.  Esta ave que vive y se reproduce en la lejana tundra del norte, vuela durante ocho meses, a través de miles de kilómetros sobre un océano en donde no hay caminos o sendas.

Un estudio afirma que la diminuta golondrina ártica hace la migración más larga de cualquier animal del mundo, volando dos veces más de lo que previamente se había pensado.  Nuevos transmisores en miniatura atados a la pata del animal, revelaron que esta ave, de solamente ciento trece gramos de peso, sigue cada año rutas en zigzag entre Groenlandia y la Antártida.  Acumulando en el proceso unos setenta y un mil kilómetros.  Dado que las aves a menudo viven treinta años o más, los investigadores calculan, que durante el transcurso de su vida, una golondrina ártica recorre en sus migraciones anuales alrededor de dos mil cuatrocientos millones de kilómetros, equivalentes a tres viajes a la luna, de ida y vuelta.  Esto pudo comprobarse, gracias a un equipo rastreador diminuto desarrollado por British Antarctic Survey, que apenas pesa uno coma cuatro gramos, lo suficientemente ligero para que la golondrina ártica lo cargue atado a la pata.

Los investigadores se sorprendieron al descubrir que las aves frecuentemente se detienen hasta un mes en mar abierto del Atlántico norte, quizá para “llenar su tanque” con peces y pequeños crustáceos antes de partir rumbo a los trópicos.  El  panel de instrumentos de estas aves, está en su diminuto cerebro y su sistema de radar es su instinto, una capacidad que ningún proceso evolutivo podía desarrollar, ni ningún hombre puede explicar.

El ateísmo en compañerismo con el Darwinismo, es el movimiento no político de más rápido crecimiento en el mundo hoy.  Es el arma maestra de Satanás en su batalla contra Dios.  Richard Dawkins, el líder mundial del ateísmo, un ex profesor de la Universidad de Oxford, es su principal vocero.  Sus libros aparecen regularmente en la lista de best-sellers del periódico New York Times. Convencido del Darwinismo a la edad de quince años, se convirtió de un anglicano nominal en un ateo ferviente.  Ha declarado que «Creer en Dios no es sólo estúpido, sino perverso».

La misma transformación ocurrió en la vida de Charles Templeton, quien en un tiempo fue compañero de predicación de Billy Graham.  El Darwinism lo convirtió en un ateo.  En su libro publicado en inglés Despedida a Dios, cuenta así lo que le escribió al señor Graham: «Billy, simplemente no es posible, seguir creyendo por ejemplo, en el recuento bíblico de la creación.  El mundo no fue creado en un período de días hace unos pocos miles de años atrás, evolucionó durante millones de años.  No es asunto de especulación, sino un hecho demostrable».

Trágicamente, Templeton estaba equivocado.  El Darwinismo continúa hoy convirtiendo a multitudes en ateos.  Muchos autores han argumentado sobre ambos lados de la disputa, el creacionismo contra la evolución, aunque realmente es teísmo contra ateísmo, Dios contra Satanás.  Este conflicto antiguo pronto llegará a su dramática conclusión.

Los seres humanos hacemos alarde de las grandes ciudades que construimos y mantenemos registros de los atletas más destacados: de cuántos kilómetros pueden correr, la altura a qué pueden saltar, etc.  Como ya hemos visto con la golondrina ártica, los insectos y los animales nos superan en casi todas las hazañas físicas.  Sin embargo, es asombroso que casi nadie en ninguno de los lados de este debate, jamás mencione el factor clave que separa al hombre de las criaturas inferiores: ¡la habilidad del ser humano para formar ideas conceptuales y expresarlas en palabras, en música y arte!  Dios hizo a Adán a su propia imagen, a su imagen de Creador que ama las almas de los hombres, y nosotros somos los descendientes de Adán.  Eso no puede decirse de ninguna otra criatura viva.

Este simple hecho, revela la futilidad de tratar de encontrar en el mundo de los fósiles un “eslabón perdido” entre el ser humano y las criaturas inferiores de cualquier clase.  Es igualmente fútil investigar el ADN de los hombres y de los animales en busca de ese eslabón perdido.  Ni la estructura del esqueleto ni el ADN tienen nada que ver con lo que la persona realmente es.  El ADN de un chimpancé es 96% similar al de los seres humanos.  Sin embargo, esto no indica ninguna conexión evolutiva entre el hombre y los chimpancés, así lo sugirió recientemente Francis Collins.  El doctor Collins es un médico norteamericano especialista en genética, líder en el Proyecto Genoma Humano, quien además es considerado como uno de los más grandes científicos de nuestro tiempo.  Es un cristiano profesante y fue nombrado recientemente para dirigir el Instituto Nacional de Salud.

Incluso, si se pudieran recuperar los esqueletos completos y el ADN de Albert Einstein, Charles Dickens, y Ludwig van Beethoven, ¿podríamos acaso obtener la clave del genio de estos hombres?  ¡Claro que no!  La persona real es un ser no físico, que vive dentro de un cuerpo físico.  Esto es un hecho indiscutible.

Sus pensamientos no los origina el cerebro.  Usted es un ser pensante que vive eternamente después que su cuerpo yace corrupto en la tumba.  Las almas y los espíritus no están sujetos a las leyes de la física y la química que gobiernan nuestros cuerpos.  Estos hechos portan severas consecuencias para cada uno de nosotros.  Pero... ¿Qué le ocurre al alma y al espíritu después de la muerte?  Hebreos 9:27 declara: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”.  Usted puede mofarse mientras camina en dirección al infierno, pero créame no podrá reírse cuando trate de salir de allí.

No obstante, la rebelión en contra de Dios que inició Adán, ha continuado desde entonces con determinación.  De manera innegable, la principal meta del esfuerzo de los científicos hoy es demostrar que Dios no existe.

Por ejemplo, el propósito de las sondas espaciales, no es encontrar señales de agua que puedan indicar cómo pudo la vida haber tenido su comienzo en algún lugar fuera de la tierra y luego evolucionar.  La meta, claro está, es demostrar que el hombre no es una creación única, sino que hay seres inteligentes similares esparcidos por todas partes a través del universo, y de esta forma eliminar la necesidad de un “dios” para cualquier cosa.  Tal especulación va en contra de la ley de la biogénesis, la cual declara que la vida sólo se origina de la vida.

Los ateos desean obviar el asunto de los orígenes.  Hablan de un estallido súbito de energía que un gran crítico llamó «Big bang» o «gran explosión», pero no pueden explicar qué es la energía, dónde o por qué estaba oculta, y por qué se manifestó inesperadamente en una explosión cósmica.  Tampoco pueden explicar cómo la vida pudo surgir de un universo que había experimentado temperaturas superiores al interior de la estrella más caliente.  No pueden decirnos qué es la vida o cómo se les puede impartir vida a los químicos inanimados que contiene el cuerpo.  ¿No cree entonces que es deshonesto hablar de evolución, si ni siquiera son capaces de responder todas las preguntas fundamentales?

Pero... ¿Qué es lo que hay detrás de la búsqueda diligente de fósiles por todas partes del globo?  ¿Qué otra cosa además de tratar de encontrar una cadena evolutiva desde los microbios hasta el hombre, que elimine a Dios?  Lo mismo es con la búsqueda exhaustiva en el genoma humano, para tratar de descubrir un eslabón evolutivo de las criaturas inferiores hasta el hombre.  Ya hemos demostrado que el hombre es más que un cuerpo físico, pero ese hecho es evitado por los ateos, porque señala a Dios.
Los ateos son materialistas.  Para ellos, no existe nada más excepto la materia.  Supuestamente, el hombre es sólo su cuerpo físico.  La tesis materialista es fácilmente desaprobada.  Los pensamientos no son físicos, tampoco las ideas.  Los diccionarios y enciclopedias están colmados con palabras para las cuales no hay descripción física.  Por ejemplo: ¿De qué color es la ética?  ¿A qué huele lo estupendo?  ¿Cuánto pesa lo increíble?  El materialismo es algo estúpido, al igual que una filosofía perversa.  ¿Cuál es la textura de la estupidez, el sonido de la perversidad, o el gusto de la filosofía?  ¿Puede un ateo responder a esto?

¡No se puede evitar la verdad, y si se enfrenta honestamente no debe ser postergada!  Dos veces la Biblia declara en Salmos 14:1a; 53:1a: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios...” El ateísmo es la religión de los necios.

Se cuenta la historia de un hombre que predicaba en la Esquina de los Oradores en el parque Hyde en Londres, Inglaterra, y en su sermón dijo, que quien no creía en Dios era un necio.  Un hombre en la multitud de oyentes, gritó: «Soy un ateo.  ¡Si usted no puede demostrar que soy un necio, lo publicaré en los periódicos, y entonces lo expulsaremos del pueblo!».

«¿Realmente usted no cree en Dios?» - preguntó el predicador.

«¡Júrelo que así es!  ¡He estado peleando contra Dios toda mi vida!» - fue la respuesta del hombre.

«Dígame» - replicó el predicador - «si un hombre pasa su vida peleando contra alguien que no existe, si no es un necio, entonces... ¿qué es?».
Los poetas, artistas y autores han tratado de representar la aterradora escena del hombre parado ante el trono de Dios, pero nuestra imaginación podría extraviarnos.  El tribunal de Cristo es donde los cristianos recibirán recompensas o sufrirán su pérdida debido a todo lo que hicieron en el cuerpo: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Co. 5:10).  En este increíble evento, nosotros tendremos que enfrentar al Señor Jesucristo, de quien dice Apocalipsis 1:14 y 2:18, que sus “ojos serán como llama de fuego”.

Por otra parte, quienes rechacen a Cristo y hagan mofa de la oferta de Dios de salvación tendrán que comparecer ante el gran trono blanco y confrontar a Ese que dice Apocalipsis 20:11, que estará sentado sobre él,“delante del cual huirán la tierra y el cielo”. Los que han hecho mofa de la oferta de Dios de perdón serán atormentados eternamente con el recuerdo inolvidable de sus pensamientos, palabras y obras perversas, al reconocer que todo esto no tenía por qué ser así.  ¡Que fue debido a su rechazo del perdón ofrecido por Dios a través del Señor Jesucristo, que ellos mismos sellaron su condenación!  Finalmente llegará a ser claro, lo que David le confesó a Dios: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos...” (Sal. 51:4a).

Cuando el remordimiento nos alcanza y nos arrepentimos de los pecados que hemos cometido, no debemos olvidar incluir la breve declaración de David que estaba en el corazón de su confesión, porque todo pecado es rebelión contra Dios.

Para el incrédulo, las llamas del infierno son el tormento ardiente de la conciencia dada por Dios, que Salomón describe así tan vívidamente: “Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis, también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; cuando viniere como una destrucción lo que teméis, y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.  Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán.  Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino, y serán hastiados de sus propios consejos” (Pr. 1:24-31).

Ya hemos hablado de lo vasto que es el universo, y de la necedad total del hombre al imaginar que puede explorarlo en vehículos tripulados.  También hemos hablado de los esfuerzos igualmente necios por tratar de encontrar un eslabón evolutivo entre él mismo y las criaturas inferiores.  Los evolucionistas han estado investigando desesperadamente en busca de un vínculo físico, pero todo ha sido en vano.  No hay fósiles que muestren tal conexión.  Además, incluso si los hubiera, esto no demostraría nada.

Sir Arthur Stanley Eddington fue alabado por Einstein por escribir la mejor explicación expresada por un no profesional, sobre su teoría general de la relatividad.  Eddington creía firmemente que el cerebro no es la mente, que la persona real es un ser no físico que comenzó a existir cuando “Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gn. 2:7).

Dios hace distinción entre el cuerpo, el alma y el espíritu.  Dijo, por ejemplo el Señor Jesucristo: “...Porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lc. 12:15b).

Mientras que el apóstol Pablo escribió por inspiración Divina, haciendo notar esta distinción: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Ts. 5:23).

A pesar de las palabras del Señor, la humanidad ignora esto y persiste en su búsqueda por acumular riquezas y la posesión de placeres que se pueden comprar con ellas, nada de lo cual permanece más allá de la muerte.  El hombre es un ser eterno que vive temporalmente en un cuerpo físico.  Esos que creen que el cuerpo es todo lo que somos, pasan su vida entera tratando de satisfacer los deseos de la carne.

El Señor Jesucristo preguntó: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?...” (Mt. 16:26a, también Mr. 8:36).  Él muestra la necedad del punto de vista materialista, en la parábola del granjero rico, cuyas cosechas eran tan abundantes, que “...él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.  Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?  Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” (Lc. 12:17-21).

Para el ateo, el destino humano es el olvido absoluto después de la muerte, de esa forma escapa del juicio de Dios.  Esta es la esperanza vana de los impíos.  Pero... ¿será realmente así?  ¡De ninguna manera!  La muerte no es el fin de la existencia del hombre, porque Dios dice bien claro: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (He. 9:27).

Aunque el cuerpo se desintegra cuando uno muere, el alma y el espíritu están destinados a existir por siempre.  Somos seres eternos.  La muerte del cuerpo no ofrece escape.  Después de la muerte, los cristianos tendremos que comparecer ante el Tribunal de Cristo para recibir recompensas o sufrir pérdida.  Los condenados enfrentarán el juicio ante el gran trono blanco y de allí serán arrojados al lago de fuego, llamado “la muerte segunda”.

Aunque la vida en el mejor de los casos es muy corta, la mayoría de las personas piensan muy poco en la eternidad que se encuentra más allá del umbral de la muerte.  Esta visión miope es bien necia.  ¡Qué tragedia!

Los ateos son evangelistas fervorosos determinados a arrastrar con ellos a la entera humanidad hasta el infierno.  Odian a Dios de manera apasionada.  Y es bien raro que se pueda odiar con tanta pasión a alguien que no existe.  En Romanos 1:30 el apóstol Pablo se refirió a esos “aborrecedores de Dios”.  Son incontables los científicos ateos que respiran este veneno.  Trágicamente su número e influencia parece estar creciendo.

Después de Dios, no hay nada que Richard Dawkins y sus colegas odien más que la idea de propósito, plan y designio para el cosmos y todo lo que encierra.  Sin embargo, ellos no pueden escapar del hecho que estas ideas impregnan nuestra vida.  Esto hace que surja esta pregunta: ¿Cómo es posible que tales ideas pudieron haber provenido del caos de una supuesta gran explosión?

Dawkins, uno de los Cuatro Jinetes del Nuevo Ateísmo, dijo con toda la autoridad de una Bula Papal, «La mayoría de las cosas por las que nos esforzamos en nuestra vida moderna, usan el mecanismo del objetivo, de buscar lo que fue originalmente establecido por la selección natural, de buscar ideales en la naturaleza.  Pero ahora ese mecanismo ha sido cambiado por metas diferentes, como hacer dinero o los placeres hedonistas de una clase o de otra».

«¿El mecanismo para buscar metas?». Pero... ¿Cómo sabe Dawkins de la existencia de tal mecanismo?  ¿Qué puede ser ese mecanismo?  ¿En qué órgano del cuerpo o en cuál de los genes está centrado?  ¿Tal vez... en la parte ambiciosa?  ¿Y dónde está eso?  ¿Qué letras en el ADN lo definen?  Claro está, él no tiene evidencia de que ese «mecanismo» haya existido jamás.  Esto es loca especulación como mucho de los pronunciamientos Darwinianos tan autorizados.  Es parte de vergonzosas tonterías que han sido la reserva con que comercian los evolucionistas desde el propio principio, conjeturas adornadas con interminables «quizás... tal vez... posiblemente... a lo mejor», etc.

¿Es que alguien experimenta la vida como un esclavo de sus genes egoístas o como la víctima de una ilusión creada por las moléculas que constituyen su cuerpo?  Estos son los absurdos hacia los que conduce el ateísmo. «¿Cuál es el propósito en la vida?», es la pregunta lógica que toda persona razonable debe enfrentar.  El reconocer esto, no surge de un desarrollo evolutivo en el cerebro o en el ADN, sino del razonamiento de la mente no física.

Los genes no saben qué clase de cuerpo o qué parte de él ocupan, ni tampoco les preocupa.  Las zanahorias, las babosas de los jardines y los hongos, tienen el mismo ADN que nosotros tenemos, pero los genes no conocen la diferencia.  El alfabeto del ADN es idéntico en todas las cosas vivas.  El arreglo de las palabras en el ADN es lo que importa, pero a los genes les importa tanto el significado de las palabras que contienen, como lo que le importa al papel y la tinta en un diccionario o enciclopedia, la información que ofrecen.  El cerebro físico no es más capaz de pensar que una cabeza de lechuga.

Sin embargo, de acuerdo con los materialistas, la materia es lo único que existe.  De hecho, el cerebro es como una computadora, muy útil para una persona pensante, sin embargo la computadora no piensa más que los dedos que presionan el teclado para escribir.  Un teísta, que cree que la mente es algo no físico como las ideas que concibe y usa, sabe muy bien que es él o ella, el que piensa, y que será responsable por cada pensamiento, palabra y obra.

Permítame preguntar: ¿Se ha llevado a cabo alguna verificación, o cuidadosa y extensa experimentación para demostrar cómo y cuándo la selección natural desarrolló una naturaleza moral y espiritual en el hombre?  Tal cosa sería imposible porque la selección natural sólo puede afectar la parte física del ser humano.  La moralidad y la espiritualidad no son físicos.  Dawkins no podía reconocer este hecho científico ampliamente aceptado, sin renunciar a su ateísmo.  ¿Se ha realizado alguna prueba para demostrar que este lado espiritual es innecesario, porque la ética, la moral, la compasión, el amor por la música hermosa, la reverencia, y adoración, todas estas cosas, pueden ser descritas en términos puramente físicos?  ¿Ha demostrado algún ateo que la evolución ha cruzado o puede teóricamente cruzar la barrera que Mortimer J. Adler declaró que nunca podrá jamás traspasar?  Nadie ha tratado, porque hasta los ateos saben que hay una gran sima que separa el mundo físico del mental y moral.
Tanto los ateos como sus seguidores y los materialistas, no tienen palabras para responder cuando se les pregunta sobre las cualidades humanas que todos valoran y tenemos en tan alta estima, y que nos distinguen de todas las demás criaturas: tal como la apreciación por la música y poesía, el disfrutar de la belleza de la naturaleza, lo cual tanto complacía a Darwin, la habilidad para formar ideas conceptuales y expresarlas en palabras, entender las matemáticas en relación con el universo, en usar la imaginación, tal como hacen los arquitectos e ingenieros, o en sentir o expresar el amor que es algo tan claramente único de los seres humanos.  Todos sabemos que los animales no comparten estas cualidades y aptitudes con nosotros.  Las criaturas inferiores no poseen ninguna de estas características humanas que nosotros tanto valoramos, ni tampoco pueden explicar cómo se desarrolló todo esto por medio de la selección natural o evolución.  Nosotros no le debemos nada en absoluto a estos procesos científicos supuestamente probados para nuestra moral, ética y cualidades espirituales.

Dawkins protesta a voz en cuello, tal como lo hemos escuchado en un buen número de debates, y afirma: «¡Claro está, la evolución no ocurrió por casualidad!  ¡La selección natural es algo muy opuesto a la casualidad!». Dawkins es culpable de negar el problema de los orígenes.  Cuando los teístas dicen que la evolución y la selección natural no pudieron haber ocurrido por casualidad, están diciendo la verdad.  Los ateos se olvidan que estas teorías en las cuales confían, requieren la existencia previa de un organismo duplicador.  ¿De dónde provino este organismo?  Tuvo que haber aparecido por casualidad, pero las matemáticas claramente prueban que eso es imposible.  No importa cuán ruidosas sean las protestas de Dawkins, es irrefutable que la evolución y la selección natural no pueden explicar el origen de la vida biológica.
Pero... ¿Qué con respecto a la conciencia moral que todos los humanos compartimos?  No pudo haber evolucionado porque no es una cualidad física que reside en el cuerpo físico.  Los ateos niegan el mundo invisible de los pensamientos y las ideas, al igual que la conciencia y los conceptos morales.  Este intento por negar lo que cada persona sabe, es verdad en la vida diaria, además revela la posición desesperada en la cual se encuentran los ateos.

Uno de los muchos problemas que confrontan los ateos es el asunto de la información, sin la cual no puede haber vida.  Porque, para empezar... ¿De dónde provino la información para comenzar con una sola célula y acabar con el cerebro humano?  Dawkins nunca nos lo dice.  Él hace un buen número de intentos en sus libros, pero fracasa.  La información sólo puede originarse de la mente.  ¿Pero, qué mente pudo ser esa?  Sólo pudo ser de la mente infinita de un Creador.

¿Cuál pudo ser la fuente posible del nuevo ADN requerido para cambiar a especies superiores?  Sin tal cambio, no hay evolución.  El cambio, sin embargo, no puede ocurrir sin la introducción de nueva información, porque es la información en el ADN lo que define y distingue a las especies.  Los datos esenciales para definir nuevas especies sólo pudieron provenir de una inteligencia infinita.  ¿Quién otro podía ser sino Dios?

Steven Stanley, profesor del Departamento de la Tierra y Ciencias Planetarias de la Universidad Johns Hopkins, declaró: «El registro fósil conocido falla en documentar un solo ejemplo de evolución filética, de la evolución progresiva de las especies que demuestre la transformación de una especie a otra.  Que pruebe que en base a pequeños cambios genéticos más o menos constantes puede tener lugar una transición morfológica mayor, de tal manera que no hay evidencia de que el modelo gradual sea válido».

En el mismo estilo, el profesor Heribert Nilsson, director del Instituto Botánico de la Universidad Lund, en Suecia, declaró después de cuarenta años de estudio: «El material fósil es hoy tan completo, que la falta de series transicionales no puede ser explicado como escasez del mismo.  Las deficiencias son reales, y nunca podrán ser satisfechas... La situación verdadera es que esos fósiles no han sido descubiertos, lo cual era de esperarse.  De la misma manera como las nuevas ramas están supuestas a brotar del tronco principal, ha sido imposible encontrar los tipos conectivos».

Stephen Jay Gould admitió que «Que los ojos de los trilobites primitivos, nunca han sido excedidos en complejidad o agudeza por los artrópodos posteriores». ¿Acaso le suena esto como evolución de lo más simple a lo más complejo?  ¡Algo está terriblemente equivocado con esta teoría!

Se ha descubierto una estrella de mar con más de mil ojos, cada uno de los cuales tiene lentes idénticos que sobrepasan la tecnología de hoy.  Los evolucionistas datan esta criatura a millones de años antes del hombre en la escala evolutiva del tiempo.  Sin embargo, sus muchos ojos, son en varias maneras superiores a esos que poseen los seres humanos.  Se trata de un número tan ridículo de ojos, que difícilmente podrían habían sido producidos por la selección natural como algo esencial para la supervivencia.  Y me pregunto: ¿Está el Creador riéndose de los evolucionistas?  ¿Acaso la siguiente descripción suena como algo que pudo haberse desarrollado por mutaciones casuales tan tempranas en el supuesto proceso evolutivo?

Dentro del duro esqueleto de calcita, de carbonato de calcio, hay arreglos de cristales microscópicos que enfocan la luz con diez veces más precisión que ninguna micro óptica manufacturada.  Tal fue el descubrimiento realizado por Joanna Aizenberg y sus colegas en Lucent Technologies y el Museo de Historia Natural del condado de los Ángeles.  El biólogo molecular Daniel Morse, quien dirige el programa de biotecnología en la Universidad de California, en Santa Bárbara, dijo que es significativo, porque demuestra que los organismos vivos controlan las nanoestructuras... con una precisión más allá del alcance de la ingeniería del día presente.

Aizenberg, una experta en biomateriales, dijo: «Unidos por una red de fibras nerviosas, los miles de micro-lentes parecen formar una especie de ojo compuesto que cubre el entero cuerpo de la criatura, convirtiéndolo en una especie de armadura que todo lo ve.  El desempeño óptico real de estos lentes va mucho más allá de la tecnología actual».

Verdaderamente, para los micro-inginieros que están tratando de desarrollar lentes infinitesimales para computadoras ópticas más rápidas, sensores e interruptores, el ojo de la estrella de mar llamada Ophiocoma wendti, es una copia heliográfica viva.  Podría ayudar a los expertos a desarrollar mejores y más eficientes sistemas de tele-comunicaciones y redes ópticas.

Por ejemplo, los ojos de la langosta con sus precisas relaciones geométricas de unidades individuales, han sido copiados por la NASA en sus telescopios de rayos X.  Este instrumento está diseñado para tener un campo de visión particularmente amplio, similar al que tiene el crustáceo.  El animal logra esto utilizando una amplia selección de pequeños canales que enfocan la luz por reflexión, en vez de curvarse a través de lentes como los que se encuentran en los ojos humanos.

La idea de utilizar el diseño del ojo de la langosta en un telescopio para hacer investigaciones con rayos X, se propuso por primera vez en la década de 1970, pero tomó casi treinta años llegar a perfeccionar los elementos ópticos que requería el proyecto.

El ojo humano no podría funcionar sin la cornea, el iris, la pupila, la mácula, el humor vítreo, los codos y bastones, los cien millones de células sensibles a la luz que envían información al cerebro a través de un millón de fibras del nervio óptico, el propio cerebro y los cien mil millones de células nerviosas unidas por unos trescientos ochenta y seis mil, doscientos cuarenta y tres kilómetros de fibras nerviosas y los cien billones de conexiones entre las células nerviosas en el cerebro.  Como ya hemos señalado, «Ya que el ojo obviamente no sirve para nada, excepto en su forma final y completa, ¿cómo pudo la selección natural haber funcionado en estas etapas iniciales de su evolución cuando las variaciones no tenían posibilidad de sobrevivir... Y hay otros ejemplos igualmente provocadores de órganos y procesos que parecen desafiar la selección natural».

Imaginar que las muchas partes esenciales de la visión, pudieron haberse desarrollado a lo largo de millones de años, sin contribuir para nada a la supervivencia hasta que todo funcionó, es un pensamiento ilusorio de esos que se aferran a cualquier idea para apoyar una teoría en bancarrota.

Ya hemos visto que hay algo que falta en todas estas investigaciones científicas y esfuerzos materialistas.  Pero... ¿por qué estamos tan interesados en esta búsqueda?  ¿Por qué los hechos científicos acerca del universo dejan tales preguntas sin respuesta?  Hay una parte del hombre que demanda tales respuestas, y nunca vamos a obtenerlas examinando el propio universo físico.

Todo en el cosmos señala al Creador.  Cómo podemos ayudar sino exclamando con el salmista: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Sal. 42:1).

Hasta que nosotros como cristianos, no reconozcamos la seriedad de lo que podríamos descartar de nuestras mentes porque lo consideramos como algo que no vale la pena mencionar, no hemos incluso comenzado a arrepentirnos.  Cualquier pecado, no importa cuán trivial pueda parecer, debe ser reconocido como un hurto grandioso en contra de Dios.  Pero... ¿Por qué un hurto?  Porque le hemos robado a Dios en pequeñas o grandes cantidades, la vida que nos confió, una vida que debemos vivir para su gloria, y en lugar de eso la hemos vivido para nosotros mismos.  ¿Traición?  Sí, porque en nuestros corazones hemos emprendido una insurrección en contra del Señor del universo.

Es sólo cuando vemos el pecado en esta forma, cuando comenzamos a arrepentirnos.  La mayoría de los himnos de fe antiguos reflejan la solemnidad con que los adoradores deberían entrar en la santa presencia de Dios.  Tristemente, estos antiguos himnos han sido puestos a un lado para darle paso a la “música contemporánea” con letras que rebajan al Creador del universo, de un Dios cuya majestad hace que inclinemos nuestros rostros en reverencia santa, a un simple amigo, un camarada.
En muchas de las llamadas iglesias evangélicas de hoy, es muy poco el temor de Dios.  Mientras que Salomón dijo en Salmos 111:10a, y Proverbios 1:7 y 9:10, que “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová...” El lamento del Señor mientras lloraba por Israel, sin duda debe ser igual cuando mira a la iglesia de hoy: “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor.  Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre.  Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?” (Mal. 1:6).

Estoy hablando con mi propio corazón: ¿Por qué cuantos de nosotros vivimos realmente creyendo que el tiempo es corto y que Jesús puede venir en cualquier momento?  Necesitamos hacer una pausa y plantearnos esta pregunta muy seriamente.  Necesitamos un corazón renovado, y reconocer con una actitud nueva la grandeza de Dios.  A menudo le digo al Señor, que me estremezco ante el pensamiento de pararme delante de Él.  Sé que me redimió y que estoy seguro en su amor, pero cuando pienso en cuán grande es, y lo insignificante que soy, me parece que es presuntuoso de mi parte atreverme a decir: «Te amo Señor».

La Escritura le habla con una asombrosa solemnidad a esos que rechazan a Dios como Creador y Salvador.  ¡No, nosotros no evolucionamos!  Esa teoría fue una de las mentiras más inteligentes de Satanás.  De un plumazo él redujo al hombre a un animal y al mismo tiempo satisfizo su orgullo haciéndole creer que podía entender por sí mismo, cómo fue que llegó a existir sin Dios y de esta forma ser libre para no tener que rendirle cuentas a ninguna autoridad superior a sí mismo.  ¡Qué gran engaño para pavimentar el amplio camino hacia la destrucción!

Cuán ciertas son las palabras del himno ¡Cuán grande es Él!:


Señor mi Dios,
A contemplar los cielos
El firmamento
Y las estrellas mil
Al oír tu voz
En los potentes truenos
Y ver brillar el sol en su cenit

Mi corazón entona la canción
Cuán grande es Él
Cuán grande es Él
Mi corazón entona la canción
Cuán grande es Él
Cuán grande es Él

Cuando recuerdo del amor divino
Que desde el cielo al Salvador envió
Aquel Jesús que por salvarme vino
Y en una cruz sufrió por mí y murió

Cuando el Señor me llame a Su presencia
Al dulce hogar al cielo de esplendor
Le adoraré cantando la grandeza
De Su poder y Su infinito amor


volver arriba