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Boletin dominical - 8/09/13

  • Fecha de publicación: Sábado, 07 Septiembre 2013, 19:44 horas

UNA BUENA HISTORIA PARA LEER...

     El pastor Jeremías Steepek se disfrazó de mendigo y fue a una iglesia de 10 mil miembros donde iba a ser presentado como pastor principal por la mañana. 

Caminó alrededor de la iglesia por 30 minutos en cuanto ella se llenaba de personas para el culto.  Solamente tres de cada siete de las 10.000 personas decían «hola» al mendigo.  A algunas personas, él les pidió monedas para comprar comida.  Nadie en la Iglesia le dio algo.  Entró en el templo e intentó sentarse en la parte de adelante, pero los diáconos le pidieron que se sentase en la parte de atrás del templo.  Él saludaba a las personas que le devolvían miradas llenas de asco y de desprecio al mirarlo de la cabeza a los pies.

En cuanto estaba sentado en la parte de atrás del templo, escuchó los anuncios del culto y luego en seguida un líder subió al altar y anuncio que se sentía emocionado en presentar al nuevo pastor de la congregación: «Nos gustaría presentarles a ustedes al Pastor Jeremías Steepek».  Las personas miraron alrededor aplaudiendo con alegría y ansiedad.  Fue cuando el hombre sin hogar, el mendigo que se sentaba en los últimos bancos, de colocó en pie y comenzó a caminar por el corredor.  Los aplausos pararon.  Y todos lo observaban.  Él se aproximó al altar y agarró el micrófono.  Se contuvo por un momento y dijo:

     «Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.  Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.  Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?  ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?  ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?  Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis».

Después de haber leído el texto de Mateo 25:34-40, miró a la congregación y les contó todo lo que había pasado aquella mañana.  Muchos comenzaron a llorar, muchas cabezas se inclinaron por la vergüenza.  El pastor dijo entonces: «Hoy veo una reunión de personas, y no a la Iglesia de Jesucristo.  El mundo tiene suficientes personas, pero no hay suficientes discípulos.  ‘¿Cuándo ustedes se convertirán en discípulos?’, preguntó.  Luego de una pausa, cerró el culto y se despidió: ‘¡hasta la semana que viene’!».

Ser cristiano es más que algo que usted defiende.  Es algo que se vive y comparte con otras personas.

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